Saludos y partes de cortesía de mi parte mi gran señora, la que diambula en su sala en ambigua
parodia de dama triste.
En el soplo de los aires de Marzo te veo volando entre mis brazos,
mientras mas recapitulo nuestra fé de amores cohibidos a
un si acaso misfortunio que es nuestra distancia.
Tus luceros me iluminan e irrumpen mi sueño en cada madrugada,
obligandome a pensar dentro de esta nube de humo de cigarro, a pensar
lo no alcanzable que son aquellos besos y esa pasión que en un
arrebato de alcohol y lujuria nos envolvimos, como si no hubiera un mañana,
como si no tuvieramos pasado, como si hemos nacido solo para ese momento,
aquel momento que ya quedó en tu olvido.
No pretendas que no pasa nada, que yo tambien sé que he dejado una
cicatríz en tu alma, ya que quedaron junto a ella mi recuerdo, mi aroma, mi mirada,
me petrifico ante tus palabras en contra de un amor entro nosotros, ya que cuando yo apenas
aprendía a caminar tu ya quemabas tus deseos en tu luna de miel.
¿A quien le debería de importar un amor como el nuestro, el tipo del que tan solo habitar
en la misma habitación despide armonia y calor a sus habitantes?, mi afrodita,
fruta madura, ¿por qué comer frutas nuevas si la experiencia de la vida
es mas saboriada con el tiempo?
No me empujes cuando trato de besar tus labios, o que, ¿acaso se necesita preguntar para dar
amor a alguien que lo busca?, ¿acaso nuestros cuerpos preguntan por la edad, la raza, y otras cosas
mientras se entrelazan en el sudor carnal?
No te veo dandome la cara mientras lloras, sabes que tengo razón y niegas
aún mi existencia en tus brazos y te vas en brazos de aquel que
te niega el placer. ¡Adios incredula, sadista y cruel!, que ya me voy a mi viaje en busqueda
de un nuevo amor, pero aún sabiendo que tu cariño me cazará hasta mi tumba.