Yo me veo preguntándome en el espejo,
visualizo mi herida como marca de muerte del carnicero,
ya me hace falta el aire bajo el terror de una muerte inminente,
apago mi cigarillo y cierro los ojos con el humo en mi rostro.
Creen acaso, que el mundo no colapsa?, no pueden ver que lo caliente de nuestra sangre se esta convirtiendo en un veneno mortal?, vida que pide vida, muerte que llega a muerte, bondad que lleva a dolor y dolor que lleva a la maldad, de allí nació la siguiente pandemia.
Lucifer ve mis ojos y soslaya una sonrisa, su pelo juguetea con mi espalda y en el espejo el rojo color de sus ojos produce verdad.
- Milenios vienen y van y el mismo mirar esta en tus ojos- dijo aquella criatura- desde princesas a monstruos de la noche, cuantas vidas y muertes has presenciado?
- Tantas traiciones y tanta maldad, todo por un bien que no parece ya común, es individual- conteste.
Ahora estábamos observando la sociedad, el mundo en general, que curiosos son los humanos.
En una parte del hemisferio, se celebran creencias, la propaganda occidental del amor propio, la continua propagación de una individualización ignorante, el orgullo de cosas que todos tienen y debieran tener, la moral hipócrita de la prensa amarillista.
- Has visto mucho, y lo sabes ya- dijo Costela- los humanos son seres prepotentes y malagradecidos. Tú, observador, que crees que hace el humano para corromper un mundo que debiera de ser un paraíso?
- No se yo, lo sabes tu, diablo- contesté- solo puedo decir que el humano es malo, defiende lo malo y extermina lo bueno, que otras cosas se pueden ver?
- No dices mal mi compañia- contestó- pero te falta el ingrediente principal, el motivo de tanto dolor, tanto horror en un mundo donde juegan tantas fichas.
- Como que?
- El miedo. Vivimos en un mundo, en donde el miedo a estar solo convierte al humano en un ser helado y sin personalidad. Cuando sientes ese miedo a la soledad, desesperas y buscas algo que con dinero si se pueda comprar; tantas alabanzas y tantas falsas amistades, el que busca a un amigo y este por conveniencia prefiere mejor lo fácil a lo verdadero, el rumor a lo verídico, el placer al querer.
Es este miedo que hace que las parejas se separen. El hombre no confía en su mujer porque no sabe cuando lo pueda traicionar, porque se rigen por una conjetura, de que "el corazón que no ve, corazón que no siente". La mujer no confía, tiene miedo, porque para ella todos los hombres son iguales, pero no mira al que si puede brindarle un hermoso amanecer, al que desea declararla su reina, porque su mente tan cerrada se limita a que en cualquier momento debe atrapar a su pareja en un acto de engaño.
Miedo, a que el bebé nazca, porque la bestia que la violó la dejó embarazada, miedo a que esta criatura pueda ser la cura de su dolor, a que tenga que verlo a los ojos cuando el vaya a crecer, por que los demás la juzgaran, miedo, a que ese hijo que aún no halla nacido, la llame "Mamá".
Mucho miedo tienen, aquellas multitudes que prefieren luchar por la igualdad de derechos homosexuales, a ser un ejemplo de seguir, y ayudar al que no tiene derecho a comer, derecho a vestir una ropa decente, derecho a tener unos años mas de vida; tienen estos mucho miedo, porque al igual que todos le temen a la soledad, por que ellos quieren amar al igual que los demás, aunque sean sus propias convicciones.
Pero también tienen miedo la oposición, porque temen a que sus hijos puedan ser tocados por un hombre vestido de mujer en el baño, porque al igual que la mayoría temen por la vida de su descendencia, porque sin importar el sexo, existen hombres y mujeres malvados. Tienen miedo a ser etiquetados por la sociedad a la que pertenecen, como un amante o pareja de un homosexual, sabiendo en sí que estas cosas sucederán con, o sin su consentimiento.
- El miedo es parte del ser humano- respondí- el miedo existe para hacer presente cualquier amenaza a lo que se quiere, a lo extraño, a su vida. Yo también padecía estas dolencias, hasta que en ese día se me quitaron todos los miedos, y tan solo con una invitación, y el miedo que mas me marcaba, ya se esfumó muriendo bajo tus alas aquel día, el miedo a la muerte.
- Dices bien, y aprendes rapido- dice Costela- ya puedo besar tu boca y que me sepa a sabiduría.
El miedo a la muerte fue lo que carcomió los sesos de aquella mujer en aquel jardín, el querer ser igual a aquel Dios que todo lo puede, todo lo sabe, omnipotente, omnipresente. El miedo que te hace temblar de noche, te hace sudar sangre y llorar cubriéndote tu cuerpo desnudo con tus propios brazos, sin que halla nadie que te quiera ayudar, a merced del gatillo de una pistola. Bajo el romántico trance de la muerte, existe el miedo, ya tienes miedo a morir en soledad, morir sin amor, morir sin igualdad, morir sin derechos el miedo a morir generaliza todos aquellos anteriores, por que no conocen la vida sin miedo, pero no saben que el miedo se termina desde que llega la muerte.
En este amorío ancestral entre Costela y yo,
no nos guía el miedo de ninguna de las formas,
esta es la serenata de la voz ahogada,
aquella que desaparece bajo el miedo a haber existido.