Tres años.
Desde ese entonces no he podido vivir en paz. El horror de esa noche nos dejó marcados, Dahrio se ha vuelto una estatua viviente, sin emociones, sin calor. No hubo muchos recuerdos de aquella noche, más que unos ojos inusualmente azules que me sorprendieron a la distancia, y despertar en el suelo de aquel laberinto mientras mi esposo yacía en un banco acurrucado.
En estos años, hubo periodos en el que Dahrio estaba en buena salud, con un poco más de ánimos, como si su cuerpo al fin permitiera que la luz y el calor del sol penetraran en su cuerpo. Pero había otros periodos, en el que no salía de la habitación, yacía débil en cama como enfermo, sufría constantemente de pesadillas, y aunque me dirigía la mirada, sabía que él no estaba aquí conmigo, estaba de regreso a ese castillo, con la dama de blanco.
Es curioso, escuche algo parecido antes de desmayarme esa noche. La dama de blanco era un tema que no se puede discutir en casa, ya que el tema revivía a Dahrio, en terror. Temblaba, hablaba consigo mismo, estaba tan débil que el color se le iba de la piel, es como si estuviese poseído, como si el fantasma de ese pasado le sorbía la vida poco a poco, robándole la vitalidad y las ganas de vivir.
Dormimos en la misma habitación, en camas diferentes. No es que ya no le deseara, pero ya era insoportable que me golpeara mientras dormía cuando sufría de pesadillas, y el nombre de "Costela" tampoco lo soportaban mis oídos.
No es que considero que me vuelvo loca, pero algunas veces, lo observo a través de la habitación mientras duerme, como si con eso, previniera que cualquier cosa mala le pase. Pero hay noches, en que despierto y no me puedo mover, sé que estoy durmiendo, pero al mismo tiempo, estoy con los ojos abiertos. No puedo moverme, pero escucho. Escucho como si alguien estuviera succionando algo, algunas veces, como si estuvieran teniendo sexo. No me podía mover, sin embargo cuando podía moverme y me cerciore de que estaba en la realidad, volteaba en dirección de Dahrio, y se veía más débil.
La luz de la luna caía en su cama, su figura tan fuerte y segura se iba desvaneciendo, ya no era el hombre que era antes, y por cada día que pasaba se iba yendo más y más lejos.
Algunas veces, yo quedaba volteada en su dirección cuando no podía moverme. No podía discernir claramente, ya que la luna brilla de manera descomunal sobre su cama, pero había como una manta blanca encima de mi esposo, como un pedazo de niebla o realidad blanca que yacía como sabana encima de Dahrio. Era igual, desde que yo podía moverme, en un parpadear de ojos, ya no estaba esa manta blanca encima de él.
No estoy loca, sé que vi unos ojos azules entre esa espesura blanca, sé que algo asecha a mi esposo y creo que es real lo que el teme, y yo le liberaré.
Paso medio año.
Estos fueron los meses desde ese entonces que he investigado a esta criatura. He comprado una droga en el mercado negro, para evitar quedar dormida, y que me dé valor para hacer hoy lo que no me he atrevido a hacer durante estos meses. Se, que si despertaba antes, tendría que enfrentarme a esa temible criatura, sé, que si miro esos ojos azules en una de esas noches será lo último que vea en vida. Pero no importa y estoy decidida a librar a mi esposo de una muerte segura, robe la espada de mi padre cuando le visite esta mañana, y hoy daré fin a esta pesadilla.
Estoy preparada, acostada como si fuese a dormir, pero la droga bombeaba mi cuerpo, y la espada estaba oculta bajo mis sabanas, lista para atacar. Escuche el sonido habitual de la criatura, moví un dedo para asegurarme que podía moverme, y cuando me di cuenta, este se movió, dándome a entender que era libre para moverme. Empuñe la espada y me abalancé sobre esa figura blanca, sin embargo, vi como esta lo puso entre nosotros, deteniendo la sorpresa, y esta reía con sus labios rojos y saciados de sangre, que se deslizaba por su barbilla.
- Puedo escuchar tus latidos desde fuera de la casa, niña- dijo la dama de blanco. Se parecía mucho a aquella jovencita de blanco de aquella terrible noche, aquella noche que vi por primera vez a estos ojos de ultratumba, los mismos que aquella joven...
Me agarro por el cuello y empujo a Dahrio a su cama, donde este se desplomó como un muñeco sin vida. Tiro la espada lejos de mí y me acerco a su cara.
- Cada vez que me acuesto con tu esposo, te miro a los ojos mientras yaces indefensa, sin poder moverte, impotente- su mano estaba cerrada alrededor de las mías como si una estatua movible se hubiese cerrado alrededor de mis muñecas.
- Y tú eres el monstruo que persigue a mi marido, pero de hoy no pasas, Costela.
- Tu misma te descubres cuando mi nombre habita en tu boca, el no deja de mencionar mi nombre cuando me sueña, cuando tu estás presente, cuando lo follo. Hubo noches en que yo estaba satisfecha solo por su sangre, otras, cuando planta su semilla tan dentro mío, o en remotas situaciones, cuando le planto la mía- agarra mi trasero y lo aprieta- yo le doy tanta versatilidad, y poco a poco, el me cede su alma.
- ¿La dama de blanco es acaso un caballero pálido?
Mi trasero fue puesto al descubierto, y sentí un gélido dedo jugueteando en los labios de mi vagina encima de mi ropa interior.
- El género no tiene relevancia en mi historia- descubrió mi vagina moviendo mi ropa interior a un lado. El contacto de sus dedos fríos me estremeció e instó en mí el instinto de escapar de sus garras, pero no podía rebelarme a su dominancia- se pudiese decir que soy mujer, en perspectiva humana, dado que soy madre de millares y millares de estrellas. Pero también puedo dar el regalo de vida a quien pueda concebir mi descendencia, ¿y quién mejor que la esposa de mi amado?
Supuse que mojo sus dedos, porque cuando empezó a jugar en la entrada de mi vagina, sentí como esa lubricante facilitó tan grande placer, que pronto invadió mi cuerpo. Su mano libre se cerró alrededor de mi nuca, ejerció presión en contra de la cama, dejando mi culo más al aire de lo que estaba anteriormente.
Yo no estaba presente en materia de voluntad, pero sabía que sucedía. Muchas veces me iba hacia ese paseo por el prado con Dahrio, o en aquella ocasión que paseamos por la ciudad con un buen licor en mano y hablábamos de nuestros futuros, divirtiéndonos, enamorándonos.
Introdujo dos dedos aprovechando como lubricaba mi vagina, abriendo paso y dándome placer al mismo tiempo. Yo estaba en otro sitio, sin embargo, escuchaba mis propios gemidos claramente, en un momento estaba tirada en mi cama aprovechando una deliciosa siesta en una tarde de verano en el campo, y en otro momento allí estaba, gimiendo como una puta, sin importar si lo escuchaba mi esposo.
Ya no sentí sus dedos, pero algo más grande se presentó en mi puerta de entrada, y con su viscosidad, empezó a moverse estimulando mi segunda boca. Pude sentir parte de mi fuerza de voluntad volver a mí, me quité de su trayectoria sin embargo ella agarró mi cintura con sus dos manos e impidió que me moviera más, y con un movimiento lento pero sin parar, entró su miembro sin más. Un grito de sorpresa escapo de mi boca, pero ella la tapo y empezó a mover su cadera, incomodándome, pero, me gustaba.
Ella se movía rítmicamente, y mientras anchaba mi interior con demoníaca devoción, yo yacía el cien por ciento en esa realidad, pero amarrada por nada más y nada menos que el placer.
- Casi te sientes mejor que él- lamió mi cuello desde atrás, y lo saboreaba como si fuera una fruta- que mal que solo te quiera para esta ocasión.
Hubo un pensamiento, digo que ajeno, porque esa voz no era mía, que me daba aviso de peligro:
- Si te muerde pierdes la batalla, usa este momento que te regalo para que terminemos todo de una vez,
¡lucha que no estás sola!
No dude, y salí de su trance. En ese momento, aproveche para tumbarla con un solo movimiento en el que me volteaba de repente, puse una pierna en su cuello y otra por sus rodillas, gire en contra reloj y aquel monstruo en forma de mujer cayó al suelo. Nada más pude pensar en la espada que yacía en el suelo y me pare rápidamente para lanzarme a por ella. A mitad de camino, la dama de blanco me hizo caer aferrándose a una pierna, pero esto me daba lo suficiente para extender mi brazo y agarrar la espada.
Costela apretó mi pierna haciendo que se produjera un sonido desgarrador de huesos rompiéndose, haciendo que un grito desgarrador saliera de mí, paralizándome de dolor. No sé cómo, no obstante obtuve la suficiente lucidez como para tirar un tajo con la espada hacia su dirección, pero eso no hizo nada, pues eso solo reboto, se sentía como si ella era algo demasiado duro, como si hubiese golpeado una gran viga que confortaba el gran puente que conectaba la ciudad con el camino, puro hierro.
Me atrajo hacia ella mientras yo forcejeaba, pero su boca hambrienta y llena de colmillos me llamaba hacia ella en un inevitable horror. Cuando tuvo frente a su cara, movió mi cabeza hacia arriba para darme el bocado que me quitaría la vida, abriendo su boca y transformándose parcialmente en una bestia pálida con una gran boca que se abría descomunalmente.
Vi como algo plateado, un destello que se intervino entre mi cuello y la boca de la bestia que corto el espacio y el silencio de la habitación. Todo paro, ya lo que me sujetaba y rompía mis huesos dejo de moverse, y sangre empezó a llenarme la cara a borbotones.
Caí de trasero y me arrastré fuera de su alcance, pero no era necesario, pues al observar mejor, vi la espada de mi padre atravesando a la dama de blanco por su monstruosa boca, y la que sujetaba esa espada era una mujer de corto pelo negro que miraba con aterradores ojos rojos a Costela.
- Espero que no te guste mucho tu hogar, joven- dijo la extraña de ojos rojos- esto no es suficiente para matarla, solo la detendrá por unos instantes.
- ¿Quién eres?- pregunte aun en el asombro.
- No sé si deba darte mi nombre- contesto- aunque, si, creo que te veré después, no en esta, pero quizá en otras vidas.
- ¿Otra vida?, pero, ¿eres igual que ella?- dije señalando el cuerpo sin vida del monstruo- no entiendo nada de lo que dices...
La extraña se puso en posición y le lanzo un gran tajo al cuello del monstruo, pero no lo corto por completo; el suelo se estremeció y se sintió como si un gran impacto se produjera en la casa.
- No será fácil, su piel se supone que es muy dura, solamente pude matarla la primera vez por la oportunidad que me diste al abrir su gran boca...
Luego de una cadena de tajos, pudo separar la cabeza del monstruo, agarrando su cabeza por los cabellos blancos y viéndolo casi, como un trofeo.
- La dama de blanco- dijo la extraña.
- Sí, es ella, la que tienes en tus manos...
- Cuando nos volvamos a ver, te diré esas palabras- me interrumpió la extraña acercándose a mí- yo pudiese terminar con todo ahora, no obstante con eso, terminaría tumbando todas las estrellas del cielo y dejando todo en una callada oscuridad. Cuídalo, que aunque no me sientas, estaré cerca, puesto que ni deshaciendo su cuerpo puedo eliminar por completo a la bestia, solo nos dará tiempo. Puede que no vuelva en esta vida, puede que si, pero ahora o en la otra, volverá.
La extraña toma a Dahrio entre sus brazos, y lo levanta con extraña facilidad. En su corto abrazo, vi tremendo cariño, pero me lo devolvió rápidamente.
- Te buscaré en otra vida y te haré recordar, pues la lucha no termina aca- declaro la extraña- A propósito, es Esmeralda, mi nombre.
Con un movimiento de manos como si fuera ballet, primero, por un lado, guio su mano en pose de danza y un hilo de fuego le siguió, igual lo hizo con la otra, e igualmente sucedió. Comencé a arrastrar a Dahrio hacia las escaleras mientras veía como el fuego bailaba alrededor de Esmeralda y el cadáver de la bestia, que yacia tiesa con sus garras aun amenazantes.
- Bendito destino es ser amado por un ángel- escuché a lo lejos que dijo Esmeralda- otro ser caído le ama, madre, otra que le hará feliz.
Salí de casa a duras penas con Dahrio a rastras. Unos vecinos terminaron por ayudarme a salir y ponernos a salvo, mientras el fuego bailaba con misteriosa danza.
- Ya no escucho su canto.
Dahrio estaba despierto, como si saliese de algún profundo sueño.
El fuego nos amenazaba con gritos desgarradores, chamuscaba mis memorias en su venganza, y a su vez, purificaba al mundo de una gran maldad.
Sé que con esto, solo compraré la tranquilidad de que no nos matara por el momento, pero sé que bailara en nuestras memorias, seduciendo añoranzas y subyugando nuestros recuerdos.
Han pasado 10 años del suceso.
La sombra de la dama de blanco aún está en nuestras vidas, pero, Dahrio es tan feliz.
Luego de nuestro último enfrentamiento con Costela, nos mudamos en los alrededores de Marsella con la intención de alejarnos de París. Luego de 2 años del incendio, las cosas comenzaron a mejor un poco. Al haber confirmado la muerte de la dama de blanco, el miedo y la incertidumbre comenzaron a alejarse poco a poco de nuestras vidas. Algunas veces, mi imaginación juega conmigo al verla en los rincones, parada, observándonos, iracunda. Aunque le temo, le miro de vuelta como si eso pudiese impedir que me rompa en pedazos, le desafío, pero aún me invade el miedo cuando recuerdo esos ojos tan fríos, Costela.
Quede embarazada y eso fue de gran bendición. La pequeña Michaella hoy cumple 8 años y tiene una exposición en su salón de clases hoy en día. Dahrio lleva los materiales de exposición consigo y estamos en apuro para llegar a tiempo, aunque desde ese momento en que vi esos ojos azules entre la niebla comenzó mi descenso al inframundo, hoy en día, casi escapo con mi amado de él con el favor de los dioses.
Dahrio me retiene antes de entrar a la escuela, y me planta un beso en los labios, separando sus labios, pero no los ojos de mí. Ha pasado el tiempo y somos felices, ningún fantasma del pasado nos cazará de nuevo.