Ese presentimiento antes de la batalla,
el metal cuando suena al marchar de la guerra,
se encuentra mi enemigo delante de mí,
a dar con el con mis fuerzas y sed de batalla.
Sus ojos no se despegan de los mios y bailamos al compas del combate,
la rabia interior nos llena de fuerzas y la adrenalina corrompe,
nos llenamos de fuerza y peleamos,
dentro del fuego en el campo de nuestra guerra personal.
Cada vez que te veo me ha llenado usted de macabras intenciones,
la sangre llama y esta corre sin permiso,
me han dominado estas violentas ganas de más,
dame mas que ni por mucho ganas me sobrarán.
Cuando nuestros cuerpos chocan en un ritual de fuerza,
cargamos nuestras armas y dejamos el metal hablar,
yo te veo a ti hermosa y con labios rojos de agua viviente,
puramente caliente, puramente complaciente.
Dejadnos compañeros de batalla desempeñar bien nuestros roles,
de enemigos uno al otro y sin poder dejar de amar la situación,
que de nuestra violencia nacen todos mis deseos y mis reprimidos gritos,
de la rabia interior que moldea con sustancia de cariño mi interior.
Tal es mi gusto por la batalla como el tuyo de agobiarme,
apacigua mi sed y conmigo ven a acabarnos mutuamente,
este conflicto eterno por mi no fuera a parar,
porque es nuestra dulce relación de demoniaco amor.
¡Ven dragón de oscuras fauces y aliento infernal!,
que mis ganas de luchar no han cedido y quieren un pedazo de tí,
continuaremos tal catastrofe en aquellos cielos perdidos del norte,
donde entre las nubes rugirá nuestra leyenda por los siglos.
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