No tengo porque avergonzarme,
cada lobo a su jauría y cada oveja a su corral,
aqui se adapta a la divinidad los pasos de la lujuria en una noche solitaria,
mastica mis carnes y pide segundo plato.
Cuando por las noches el espíritu de la lascivia posee tu cuerpo,
el insomnio la acompaña como fiel acompañante y deliro en mi cama,
no conozco a nadie mas todos son mis objetos de placer,
coronan las putas y las zorras en orbita vuelan.
Esta que esta encima mío no es mamá ganso a proteger su huevo,
no es calor esto es frio de una piel reptilinea,
aqui no hay cariño ni el calor en piel de una serpiente,
la serpiente que me devorará a mi y a mis hermanos.
En un suspiro acaban mis agonias y temporalmente cierro los ojos,
no quiero despertar y de este sueño no me quiero alejar,
sueño que poseo cada noche a Costela bajo la luna en Milano,
una copa de vino, humo pacifico y las carcajadas de estupefaciente.
Los fantasmas pasan por mi cama y no me puedo mover,
miro todo alrededor y a cada uno los deseo,
alzo mi mano a su dirección y me doy cuenta que deliro,
cierro mis ojos y vuelvo a suspirar.
Me encantaría siempre tomar el papel de la serpiente,
reptar y deslizarme en tu lecho y oler tu aroma,
ver como duermes cada noche y perderme en el vortex de una posible mirada,
tributo y rezos a Costela espíritu de la lascivia.
Como el poseerte cada vez que me venga en gana,
se vuelve cada dia mi sueño mas remoto,
el tesoro mas añorado el regalo mas apreciado,
observar a conveniencia y callar a penitencia.
El choque de dos miradas en el coito mas primitivo y salvaje,
el desliz de una gota de sudor en tu cintura curva y atrayente,
fantasías al desnudo y lo otro puede ser,
un poema nocturno de la desdichada lascivia.
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