lunes, 23 de enero de 2017

El inframundo de sus caderas


Me matan las ganas de volverla a ver,
el suplicio de lo desconocido y de lo conocido arrebatado,
perjurio desconsiderado que irrumpe en mis noches de encanto,
borracho bajo la lascivia en sus pechos ahogado.

Quizá mi patria está muy lejos de tus deseos,
dibújame y descúbreme el mapa de mi cuerpo,
habítame en media eternidad de un beso arrepentido,
y en un desliz de una mirada enamorada seré tuyo.

Entrégame tus mañas y te querré mucho más,
despósame maniaca con tu mordida animal,
arruñame la espalda y trázame alas de carne,
y con el placer de tus doctrinas me vuelvo devoto. 

Puedo sentir sus manos cuando le pienso en mi cama,
y la simetría de su trasero sobrepasa mi realidad,
lo dulce de sus curvas y la gota de sudor en ellos se desliza,
siguiéndole mi lengua en mi viva imaginación.

Es allí donde mi alma quiere volver a habitar,
aquel lugar donde en ella habitaba la paz,
queriéndome con la llama de sus alas,
queriéndola con la corrompida noción de su amor.

Amor eterno, amor tan caro, amor tan terco,
tan fallido y tan en vano de lo que se preocupa,
eres modelo innegable de un pecho colonizado,
invadido aquí por esos ojos acaramelados.

Tal veneno es su saliva en el contacto de un beso,
que te arrincona y te hace suyo por completo,
porque piensas en ella y ella se vuelve tu realidad,
lo lindo y lo tierno asemejándose a lo perfecto.

Las noches de deleite son del largo de una sonata,
tantos besos y tantas rosas que arranque de otros jardines
el vacío no se llena con tantos cuerpos en la cama,
entre el conjuro de su canto, y el inframundo de sus caderas.

miércoles, 4 de enero de 2017

Aquel principe desheredado



Mejor decir que cayó en la importunidad,
que cantar una historia penosa,
vivia en su historieta siendo un típico protagonista,
que mientras transcurría la trama el se creaba.

Se amaba como el niño descendiente de lo mas puro,
que en su camino se acomodaban las rocas para su camino,
volaba en donde deparara el destino,
e inventaba con su mente la cercanía de la gente.

Tan maravilloso era su herencia,
que el pueblo lo esperaba con brazos abiertos su trono,
alababan ese futuro tan asegurado del amado príncipe,
y feliz era su semblante solitario.

Pero la soledad es una maestra de ásperas lecciones,
que el velo de su frente quitó,
tal ceguera tenia aquel principe,
que miró a su alrededor con terror.

Su territorio estaba gastado,
sus vacas estaban flacas y a no mas que dar,
el romance no lo asechaba en la esquina,
y la amistad estaba de camino a otro reinado.

La sonrisa ya le parecía extraña,
su nombre no era bien hablado,
dudoso era su linaje por su tempestad,
ya que no era acaso parecido a la estirpe del rey.

Tanta ilusión que el joven príncipe se corrompió,
y la bondad era succionada de su corazón,
como negra serpiente que muerde a traición,
era su persona luego de caer.

Hoy sueña con descansar en aguas cristalinas,
en volver a pasear por esos campos de bellos colores,
contar con el amor de una dama,
y reinar en paz.

Pero hoy queda el príncipe en tan solo un pensamiento,
pues los dias pasaron y el no recuperó sus fantasías,
no soñaba mas con esponjosas nubes y un deseo,
nada mas con volver a heredar el reinado.

Nadie sabe en que quedó el príncipe,
pues no quedó nada mas que como una enseñanza,
se olvido su nombre pero quedaron sus faltas,
ya que se hospeda en mi establo aquel príncipe desheredado.