miércoles, 31 de enero de 2018

El Hambre





Inevitable el final mas correspondido el mismo, viviendo en una sociedad donde se extingue el altruismo, es una excepción, una locura, donde la normalidad de la bondad se vuelve algo excepcional.
Confío en mi sombra, siempre seguidora, silenciosa amiga, que me acompaña en este trayecto en búsqueda de la felicidad. 

Es un bonito dia, dia soleado, la fecha no es importante pues marca mi tiempo, tiempo que ya no vale en mi anatomía, soy errante con patas cansadas en este mundo, un viajero que en su soledad encontró el significado de una vida sin igual.
Tengo hambre, y esa necesidad siempre ha venido conmigo, mas sin embargo una familia que me encontré en el camino ha sido bondadosa y me ha dado de su carne, estoy feliz, pero tengo hambre.

Los arboles me rodean como si marcaran su territorio, nadie entra, nadie pasa, mas las animas que circulan en un eterno conflicto de comer y ser comidas. Estoy en un paraíso terrenal, los aromas invaden mi olfato y hace salivar mi boca, mi imaginación se descontrola y mi cuerpo sufre un pequeño escalofrío, y llegue a la conclusión, tengo hambre.
Que es el amor mas que un punto de vista?, un forma de ver las cosas y darse cuenta de que no son, no fueron, nunca lo desearon, un segundo de felicidad que cambia radicalmente a horror. 
El sol se esta acostando, y sus rayos ya no tienen la misma intensidad, mi piel siente su ultimo adiós, este pensando en que nunca me volvería a ver, y yo esperando a su eterna perseguidora.

Que hago yo en estas montañas?, mi cuerpo desnudo absorbe todos los nutrientes, mis pies son como las raíces de un gran árbol que nunca cae, sus hojas caen y pierden color, arrancan sus ramas para hacer leña para su fuego, privándome de mi propia belleza, pero aun estoy, siempre huyendo de la vida, muy lejos de la muerte, mis raíces son fuertes y por siempre existiré, pero hay algo que atrofia mis buenas vibras y me molesta cada paso del tiempo en mi piel, el hambre.

Ya no veo el sol dar indicio de sus buenos deseos, mas se esconde junto a sus rayos pensando sorprender a mi dama, mas ella aparece blanca y majestuosa, callada y tan fría. Me aferro a su falda espectral y llego la noche, me observa desde su cielo y a ella la miro, atento, callado, atónito; ella me habla y yo la escucho, todo estuvo mas que perfecto hasta que cantó, cantó su dulce canción , y mi alma se sacude dentro mío, y el calor de el día se extingue de mi cuerpo.
Hambre es lo que tengo yo, un hambre insaciable, he comido y he comido, bebido, lo he saboreado todo, y aún asi esa sensación de intranquilidad perturba mi espíritu y me desenfoca mi sanidad.

Me quiebro en llanto, arrodillado esperando y teniendo esperanza de que algo caiga desde el cielo el poder de su gloria, y me quite el hambre, hambre que corroe mis pensamientos, lo bueno en mi, mi Fe.
No puedo concentrarme, pierdo el foco de la mirada dedicada a la Luna, y observo fuego de fogatas en los terrenos de este gran bosque. Oigo suspiros, siento muchas miradas acosándome en la oscuridad, me siento atrapado y me retuerzo en la tierra pidiendo parar, para ya, tengo hambre!

Me siento acorralado, mi estomago suena y me siento desmayar, ya se lo que viene, se lo que me espera, se esconde el día para no ver lo que pasa en la noche, porque esta es mi noche, la gran noche, cuando el romance baja de su gloria, y me hace despertar.

Mi llanto se escucha en todo el bosque, siento muchos corazones acelerandose mientras me desahogo con mi llanto, mi lamento, mi manera de decir que sufro de hambre, que se apiaden, denme de comer.
Nadie me da de comer, esos latidos se alejan por el bosque, corren y corren, y cada latido me hace pensar en una sola cosa: tengo hambre.

Corro por los bosques, quiero llegar a mi objetivo rápido, para que correr con dos si es mas rápido en cuatro extremidades?, mi velocidad incrementa y el viento es mi aliado, con el la inspiración de mi rapidez, y el olor que conlleva con el me enamora, mi visión se nubla y se torna de un tono rojo, puedo ver las ondas del sonido, el palpitar de un pecho asustado me atrae hacia el, llamándome, amándome, invitándome a sacear mi hambre, alguien se apiado de mi!

Veo de donde proviene tal latido, una bella joven de pelo blanco, sus ojos azules como lo mas claro de las aguas heladas, su piel tan blanca como el mármol mas puro; se encontraba escondida en un pequeño hueco entre las rocas.

- No temas de mi, bella criatura- le dije a aquella joven- la noche es demasiado tierna como para apreciarla desde un hueco tan oscuro.

Ella se sorprendió como si le hubiesen hecho algo terrible, su sorpresa de pronto se convirtió en miedo, y los latidos de ese corazón fueron incrementando en cada segundo, callada, pero su respiración agitada la descubría mas, y una lagrima se deslizaba por su mejilla, presenciando su propio final en sus manos que tapaban su boca para no proferir algún sonido.
Me acerco mas a ella, y ella sufre un choque eléctrico en su cuerpo y se retuerce gritando y tratando de alejarse, pero no cabe mas en aquel hueco.

Sus gritos se vuelven eternos, sus latidos van acelerando a paso doble, su respiración se vuelve demasiado agitada para ella poder hablar, y llora aquella criatura, y ya descubrí que era eso aún sabiéndolo desde mi llegado, cuando el canto de su pecho me llamó: miedo.
Le tomo del brazo y la arrastro fuera de su hueco, sus gritos me irritan y le pedí que parara, ella no quizo parar y así que le tape la boca.

Estaba yo encima de ella, sangre brotaba de su cara, y cuando dedique mi observación a donde provenía, eran mis manos, mejor dicho, mis garras, quienes le hacian daño.

Inevitable el final mas correspondido el mismo, la miré realizando mi propia realidad de lo que soy y por siempre seré, y mis ojos que se veían rojos en la reflexión de los suyos, mis colmillos y mi ferocidad en mi cara, y mi llanto sonó cuando todos estos pensamientos fueron interrumpidos por una sola cosa, algo que me ha venido acosando desde tiempo de antaño, ella no hace movimiento pero su corazón quiere salirse de su pecho, sus ojos abiertos como cristales del alma que ya sabían su inevitable final, mas solo pude decir:

- Tengo hambre.

















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