Apresada entre las artimañas de mi mente,
le veo el rostro entre tanta gente,
el rizo de sus cabellos y la luz plateada ausente,
y en un descuido me hechiza en una mirada indiferente.
Amadme entre los besos traicioneros,
vuela entre su lecho y envolvedme en el eros,
tiernamente susurrare otra brujería besando tus senos,
despacio y sin la prisa contando con la inmortalidad de sus besos.
Que somos mas que dioses en constante desarrollo?,
la vi y sono su nombre en mis labios como un elogio,
maniatando mis fantasias de robarle un suspiro,
respirar su aire y en mi boca de vida un destello.
Dorados esos ojos y no exagero mi descripción,
pues es lo mas cercano que me socorrió mi imaginación,
el oro de su corona y en mi pertenencia santa devoción,
el comienzo de una leyenda que ya tiene narración.
Peino sus rizos componiendo una melodía con su pelo,
ella cierra los ojos cuando la toco y de ahí surge el tarareo,
y con las yemas pinto en su espalda una dedicatoria a su recuerdo,
luego cierro mis manos junto a la suya uniéndola a mi perigeo.
Cuanto se puede amar a alguien que no tiene forma,
no la veo pero la visualizo conmigo porque me ama,
tanta posibilidad de que sus ojos me roben una sonrisa,
le escribo a su sombra porque yo se que algún día fue la mía.
Por que recitar cuando su voz resuena entre la naturaleza,
me da aire para respirarla y las madrugadas para enamorarla,
queda silenciosa y me mira llamándome a su patria,
salimos a pasear y nos dedicamos esta balada con elegancia.
Es poco lo que yo pudiera dar,
porque a su recuerdo le dedico mis noches solo esperando despertar,
no quiero abrir mis ojos pero la luz del día me empieza a molestar,
solo soñé con la mujer de los dorados cabellos amar.
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