Tejen mis dedos las artimañas de su infortunio,
maldice el momento en que nos conocimos,
porque ahí quedaste,
atrapada en mi sombra consumida por mi maldad.
Era inevitable que te impresionara mi presencia,
se relajó tu mandíbula olvidándote de ella,
cayó y te sonrojaste al darte cuenta,
y no sospechabas que ya vivías bajo mis alas.
Pediste un trago en tan elegante bar,
y que te habrá traído sola a tal romántico lugar?,
la música decoraba perfectamente el ambiente,
pero mas decoraba esos ojos que no me dejaban de mirar.
Te llamé en conferencia con los dioses,
para que me vendieran tu destino en aquel instante,
te amarre a mi voluntad cuando decidí acercarme,
y sellé tu vida cuando te fui a saludar.
Que tremenda torpeza el haberme conocido,
después de unos tragos el baile era esencial,
te lleve a diferentes escenarios en esos minutos allá,
en la pista de baile de un bar en Amsterdam.
El perfume de mi piel te invitó a soñar,
la delicadeza de mis caricias te condenaron a mí,
tienes dudas se te ve dibujada en la frente,
yo soy el veneno de el vino que has de beber.
Te excusas y pides tiempo para ir al tocador,
pero tus manos no sueltan mis brazos,
tome tu orgullo y lo aplasté ante tí,
te bese sin permiso y te rapté para mi.
Esa fue su aventura y resultó quemada,
se incineró con mi fuego y vivió en mis llamas,
cuando me veas huye que ese fue su destino,
cuánto le costó amancebarse con el diablo.
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