viernes, 4 de diciembre de 2020

Epilogo de la muerte helada: Aliah y el tiempo

 



Cuanto he de haber caminado ya?


No le guardo rencor, mas es indiferencia.

El destino me ha enviado lejos a un paisaje nevado. Le digo destino a mi disposición por viajar lejos de todo, de las peleas, de mi pasado, de mi diaria forma de vivir.

Habito en esta cabaña desde meses, encontré este sitio hace años cuando me lo tope en una de mis andadas por las montañas, no es tan grande y no estaba en buenos estados, pero luego de hacer las pertinentes diligencias y comprar la propiedad, en par de meses estuvo lista: cómoda, caliente, y solo para mi, mía de mi propiedad.

Y que puedo decir sobre mi? Solo hablo con oídos mudos a los que hablo mientras me miro al espejo, eres el hilo que me separa de la locura por esta reclusión voluntaria, mi sombra. Soy un prófugo que busca soledad, no prófugo de la justicia, sino de la realidad, era mucha para mi.


Quise ser famoso sabes?, quería que aclamaran mi nombre las multitudes, quizá alguien de la realeza, o un gran militar para asediar el poder, quise ser tantas cosas y ahora estoy aparte en esta realidad.

Me he enamorado, me he enamorado tantas veces en mi vida, desde bien jovencito podían verme sonriendole a las niñas carismaticamente y fui un gran conquistador. Nadie dijo que iba a ser fácil, muchas me han roto el corazón y yo por igual. He estado con tantas y a ninguna veo aquí, por eso es que estoy hablando contigo querido amigo.

Que tanto disfrute, que tanto aprendí, he explorado todo el mundo y aun no la he encontrado. Quiza ella sea el motivo de mi precaria situación, buscar a un fantasma se me hace imposible, su pelo blanco y su mirada se me son inmediatamente reconocibles, lo juro, pero desde que despierto, se va su rostro hacia el rincón mas recóndito de mi conciencia, mi ansiedad hace alboroto con mi cabeza porque mi memoria no es lo suficientemente eficiente cuando de verdad la necesito.

Es como si jugara a que la busque, la busque entre la gente y entre tantos labios, la vi en muchos ojos pero no me miran devuelta, la olí como fragancia en el suave y delicado cuello de tan finas damas, la escuche en una fantasia que tuve en los rincones oscuros de mi habitación, y la saboree en el cafe de las mañanas en camas ajenas.

Locura es escucharla cantar entre la tormenta de nieve, yo se que estoy hablando contigo y que no existes, eres el hilo que me separa de la locura por esta reclusión voluntaria, mi sombra. Pero con ella, es como que nunca termino de estar seguro de si está o no está entre las montañas, con toda la nieve, llamándome como si no pudiera venir a tocar mi puerta, como si es requisito que yo la siga, que la vuelva a perseguir, que la vuelva a llamar...


Ves? es lo que te digo, la vuelvo a escuchar entre esta tormenta, en su afán de remontarme a la demencia y exigiéndome con su dulce canto obediencia. Pues no, no me lo permito, no evito sentirme como si fuese el mismo Jesucristo siendo tentado en sus 40 días en el desierto, solo que el si sabia que el diablo le hablaba, yo no se si me imagino al mismo llamándome con una suplica femenina tan débil y tan necesitada derritiendo mi pecho.

Sombra mía que me has seguido desde mi venida al mundo, tengo tres décadas de una incertidumbre de vida, bailotean como un acierto las auroras en el cielo de esta noche con lo que afirmo haciéndose mas obvio que ya no puedo contar con mi sanidad, pero recapacito, yo se que estoy hablando contigo y que no existes, eres el hilo que me separa de la locura por esta reclusión voluntaria, mi sombra.


Han pasado días, y se han hecho mas frecuentes nuestras conversaciones sombra, ella me llama solo por las noches y cuando el clima empeora, pero el hablar contigo me confirma que estoy sano de mente, sano según mi valoración. 

La comida escasea, no encuentro rastros ni huellas de mi alimento por las montañas, como si maldicieran el terreno y auyentara a todos los animales. Mis raciones escacean y no estoy en la mejor de las temporadas, ahora solo hay tormentas y no piensan irse a ningún lado.


Hoy he decidido irme a la civilización, ya no tengo que comer y la soledad no afloja tan fuerte apretón. Camino forzosamente entre tanta nieve montaña arriba, tengo que subir esta inclinación tan larga y arduosa, y la tormenta no piensa rendirse de tragarme completo, tenerme para si, tenerme para ella, no para aquella voz, que ahora en el anochecer, me rodea, se intensifica. La dama de blanco se pasea en mis alrededores distrayéndome de la realidad, cuestionándome en cada lamento por haber salido de mi prisión voluntaria, materializándose a mi vista, convirtiéndose en mi mas profundo temor.


La siento abrazarme junto al gélido viento, de pronto se torna insoportable el frió y mi cuerpo no puede producir mas calor por si solo, todo es frió, todo se siente tieso, moriré antes de llegar a salir de acá, moriré antes de liberarme de mi soledad.

Veo una figura blanca en el suelo, esos ojos azules los había soñado constantemente desde siempre. Ella se arrastraba débilmente, pálida y fría, con lamentos apenas audibles que ya conocía, estos me llamaban desde mi primer día de encierro, llamándome, acosándome. Te confieso querida sombra que tengo miedo, miedo de ese ser hermoso que me da tanto terror, ese tipo de miedo que se te mete adentro, mucho mas que este frió que me carcome los huesos, directo a mi alma, como si esta quisiera huir de mi cuerpo y refugiarse en los vientos, para no ser atrapada nunca mas.

Ella llama mi nombre como un niño llamando a su madre, se intensifican sus lamentos y se arrastra hacia mi lenta y ruidosa, mi espíritu se congela y aunque me quiera mover quedo paralizado, se cae la fuerza en mis piernas y mis rodillas sucumben al suelo. Le grito que se aleje pero fue inútil, ella llora descontroladamente y se apena mi alma, toma de mi brazo y lo único que siento es frió encima de el que ya tengo, y aunque recupere parte de mi fuerza no me la pude quitar. Como si subiera una montaña ella se arrima a mi cuerpo subiendo su altura hasta mi pecho, sus ojos se convirtieron en un medio para fijar mi cuerpo e inmovilizarme por completo, su voz de va haciendo mas gruesa y siseante mientras mas repite mi nombre, y en su boca se asoma una caja filosa de dientes carnívoros listos para devorar.

 

Y que puedo decir sobre mi? Hablo contigo acosadora silente, eres el hilo que me separa de la locura por esta reclusión voluntaria, mi sombra. El dolor es inimaginable mas no puedo gritar, salen lagrimas que instantaneamente se congelaban mientras salían de mis lagrimales, pero no podía gritar, mi boca esta abierta haciendo alusión de que grito. La dama de blanco desenterró de mi pecho mi corazón con sus fauces manchadas de mi rojo, de mi sangre, la única fuente de calor que vomito ahora por mi boca expulsándose a si misma, para ser uno con el frió, para ser uno con el hielo. 

Mi conciencia se apaga y mi cuerpo ya es parte de el ambiente, no siento nada, mas que mi propia sombra abandonándome en mi epilogo, soy un cuerpo sin sombra porque la misma es formada por el espíritu que ahora me abandona, el epilogo de la muerte helada.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Hay un país en el mundo: la plaga morada




Hay un país en el mundo, 
donde el sol es obligatorio,
cada ocupante tiene su repertorio,
de historias de una niñez en el campo.

Donde la vista se pierde en verdes prados,
donde los perros deambulan en las calles sin ley,
donde hacen el mejor dulce de coco,
y el calor siempre sacará un suspiro por abusivo.

Las costas son hermosas,
las playas son eternas y te curan el alma,
la locura se contagia en el ambiente,
y la música y el trago compañeros indispensables.

Pero en su horizonte desde décadas de pronto antaño,
se extendió una plaga morada que devoraba las reces,
arrancaba los árboles con su hambre sin fondo,
y abría su gran boca devorando sus ríos y la arena.

Dicen que salio de entre la gente,
otros que fue la venganza de la isla por las devastaciones de Osorio,
las llamas quemaban la humanidad del hombre que pisaba en esas tierras,
la plaga anidó en sus corazones.

Volvió sordos a los gobernantes,
suplanto sus ojos con monedas brillantes,
su lengua en un billete verde,
y no tiene tacto porque su piel se volvió de hierro oxidado.

Esta es una denuncia para que lo escuchen los vientos,
porque arrecian a ellos de igual manera,
la quisqueya es indómita y brava,
pero el león la vendió a los extranjeros.

La morsa morada no hubo quien la parase,
abuso de sus habitantes con su mezquindad,
a lo primero con astucia y con su silencio,
cuando fue descubierta era tarde ya.

Mi quisqueya tiene complejo de la ciudad Atlantiana,
se sumergió en las profundidades en un largo sueño,
los embobaron con falsas sonrisas y pantallas,
les privaron de salir de su jaula de bronce.

Se clavaron a su teta y chuparon de sus nutrientes,
despilfarraron de las cosechas y vendieron hasta el alma,
secaron sus venas y solo se despegaba para preservarla,
secuestraron su dignidad y la creyeron suya.

No hubo pesticida que acabase con la plaga,
hay un país que muere bajo este agobio,
ya no hay playa limpia para enamorarse,
ya no hay tierra fértil para establecer sus raíces.

Estuvo tan al borde de morir,
que cuando le iba a robar su libre albedrío,
mi país reaccionó y se envivo de furia,
pero la plaga morada no es fácil de purgar.

Empezaron por cazar a las ratas que les enfermaban,
a los secuestradores que se robaron la vergüenza,
a esos gatos con saco y corbata que aprueban con beneficios,
a los allegados que por ser familia negociaron al país.

Hay un país en el mundo decía Pedro Mir,
pero no lo vio con ojos de este presente,
pues los ríos se secaron y los archipiélagos han sido allanados,
y la Ciguapa aulló de melancolía.







domingo, 14 de junio de 2020

Minuto a segundo, de segundo al infinito: inmortal entre sus labios







En avanzada hacia la gloria,
el color se escapó de mi visión y yo la vi,
la vi en aquel momento y ahora la veo dentro de mí,
amando mi lógica e influyendo a mi locura.

La vi tomar unas copas en aquel cálido lugar,
volaba entre los humos de mi inconsciencia volviéndome consciente,
consciente de mis delirios románticos al ver a una extraña en el bar,
consciente del azul de sus ojos y el blanco de mi alma.

Me acerqué aún sintiendo mis temblores,
mi cuerpo hablaba por si solo y yo me miraba como si me hubiese expulsado,
era en tercera persona pero lo sentía en primera instancia,
la fluidez de dos seres destinados a esa conversación, a ese momento, ese lugar.

Pasaba el tiempo y la gente se iba yendo poco a poco,
nos quedamos postrados en el mismo asiento y en la misma situación,
en el mismo delirio pero diferentes copas,
diferentes destinos pero el mismo lugar en mi corazón.

Viajaba por el mundo a vivir nuevas aventuras,
su espíritu no era de un solo sino de todos,
había visto cosas que nunca me hubiese imaginado,
y en pocos minutos ensancho mi mente y desbarato mi percepción. 

Luego de unas horas el bar tenía que cerrar,
ella me vio entristecer al salir del mismo y fuimos hacia donde estaba aparcada,
la luna nos cantaba y la noche se volvió nuestra manta,
unimos los cielos con nuestro abrazo y me volví inmortal entre sus labios.

Subió a su moto y se despidió de mí,
era su venganza y cumplió su cometido,
siguió su viaje hacia afuera de mis sueños,
fuera de mi realidad, fuera de mi querer, fuera de verla de nuevo.

Como pasa el tiempo de rápido cuando le conviene,
han pasado más de treinta años y juré morir cada hora que pasaba,
la memoria me fallaba pero nunca con ella,
pues no había dejado de existir, habitaba siempre aquí, junto a mí en el mismo bar.

Los años no perdonan la insensatez,
repudian el querer a una simple memoria, 
ella ya no existía en mi vida pero si en mi mente,
en cada minuto y en cada instante.

Volví al mismo bar y tomé una copa,
su recuerdo vagaba en la misma silla y me miraba de la misma forma,
sonrió y le pago al cantinero para irme del lugar,
hacia un diferente destino, otro país.

Ella me toma del brazo y mi mente aún no logra asimilar,
la miro a sus ojos y estos fueron adornados por su sonrisa,
estaba igual que aquella vez pero si la sentía aquí conmigo,
no era mi mente, era la hija de la luna.

Que es la vida si no un continuo descenso hacia la muerte?,
vivir de experiencias cada minuto y eso se lo dediqué a ella,
le planté un beso que valía por cientos,
minuto a segundo, y de segundo al infinito me volví inmortal entre sus labios. 










miércoles, 15 de abril de 2020

Las alas de mi Valquiria: relatos de la somnolencia








Que es dormir si no morir?,
desvanecerte a un mundo oscuro de pensamientos incoherentes,
lanzarse de espalda al vacío donde habitan las impurezas,
rompe las maldiciones y detiene el tiempo.

Allí yace la estrellada,
la Valquiria que secuestra mis ojos,
bate sus alas libre por el espacioso cielo cerúleo,
su armadura brilla con la luz del sol.

Y que si te digo que vi el brillo de su lanza?,
volaba con su corcel por los cielos majestuosa,
cabalgaba en contra de las injusticias del mundo,
madre de la libertad y amante del viento.

La veo estirada hacia atrás,
su cabello baila con el viento y sus abiertos abrazando el cielo,
se apena mi alma, ya que nunca la podre detener,
tiene los medios para el mundo conocer.

Solo tengo mis pies pero lo voy a lograr,
conoceré las culturas y me aprenderé las sonrisas,
bailare las alegrías y serenare mis tristezas,
porque soy la historia soy lo que cuento.

Ha pasado el tiempo y la juventud me abandona,
mis piernas ya no son tan resistentes y estoy en la cima,
postrado en la montaña más alta del mudo,
viendo mi último atardecer.

Deambula en mi mente en tiempos de antaño,
los ojos de la Valquiria que en mí posaron al verla volar,
su hermosura atormenta mi prepotencia,
de nunca haberle plantado el tan deseado beso de amor.

El sol se va escondiendo y mi vida se espanta,
las alas de un águila se desplegaron enormes provenientes del Sol,
pero me corrijo al sentirlas sobre mí las alas de mi Valquiria,
que se llevo mi vida en su beso primer y último adiós.







sábado, 18 de enero de 2020

Romance de un anacoreta: quejares de un inmortal





Aquel lo merece,
aquel lo pretende,
una novedad en el amor y el infortunio,
una visión borrosa de un futuro incierto.

Son inciertas sus acusaciones,
son pensamientos esparcidos por la mediocridad,
son dudas que el viento no digna en llevarse,
son pesadillas que acosan al que no debe ser acosado.

Si es cierto que aun la pienso,
es verdad que mis ojos vislumbran otras flores,
pero no traiciono esa mirada dudosa por las tardes,
porque entregue mi corazón sin quererlo y ahora me rechaza.

Me ilustro en la perfección mas sin embargo soy imperfecto,
como proferirle un "te amo" si la naturaleza va en su contra?,
por que se me hace difícil mandarla al olvido,
cuando el olvido se volvió uno conmigo y en mi esperanza de un amor eterno?

No soy bueno mas exigo bondades,
no soy malo pero prefiero mis maldades,
que una hipocrecia mal actuada bajo el solsticio de un verano,
que el frío en sus ojos al mirarme cuando le quiere hablar.

Que busca de mi cuando le preferí mi verdad?,
ya sabiendo mi naturaleza será capaz de ahora rechazarme?,
esta es la boba paradoja de un negro sin amor,
este es el romance de un anacoreta.

Las copas de nieve bajan de un cielo gris,
se posan en mi cuerpo desnudo también gris,
sus acciones revelan mi verdad y no mentiré jamas,
la soledad me ama mas que la mentira del amor.

Danzare en su memoria y no temeré,
me perdere en el tiempo mas no padecere,
me vuelvo hielo y me congelare,
por la eternidad de un beso perdido que encerre.

Le quiero con mi alma aunque con palabras no exprese,
son confesiones de un aventurero que en múltiples puertos pozo,
he desprendido muchas rosas y aun así la tuya se mantiene intacta,
el fantasma de un demonio que sin ti no encontrará la paz.

Rescatame que si te alejas yo me pierdo,
socorreme que en ti he creído y manifesté el amor,
de que sirve la inmortalidad si acompaña la añoranza?,
de que sirve un corazón sin sangre para latir?