La vi y volví a nacer,
entre cachetes sonrosados por los besos de un buen amor,
la volví a ver perplejo,
con el pelo largo y unida a otro soñador.
No me quejo más le sueño,
nadie puede llegar a prohibirme el fantasear con su aliento,
la volví a ver y la pienso,
meciéndose en los columpios del universo en mis brazos.
Es fácil el plantearse el olvido espontáneo de aquella persona,
cuando le volví a ver sin querer me regocije,
mi antiguo amigo revivió y decidió por cuenta propia desterrarse de mi pecho,
la sentí a ella junto mío en la ficción y en mis recuerdos.
Compuse a su imagen una dedicatoria a la soledad,
recurrente archi-enemiga que se asombra de mi testarudez,
tercamente perseverante por volverle a pensar,
tercamente un hombre de Fe sin volar con Dios.
Ya convertido en un troglodita incipiente de añoranza,
me he manifestado a los vientos revolviéndome en ellos,
irguiendo mi destino con motivo y sin dirección,
una manifestación de la aventura que esta por comenzar.
No miento si digo que le extraño,
fue un antes y un después desde que caí en su regazo,
así de eterna como quedo su mirada en mí en aquella habitación,
así de eternos en mis recuerdos que nunca serán tuyos.
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