Me gusta cuando te presiento en silencio,
cuando farfullamos lo inhibido,
me gustas cuando callas en lo eterno,
cuando caminamos de noche por la Zona Colonial.
Me gustas platicando del amor,
hablando de una selectiva soledad,
añorando mil amores de verano,
en el invierno de tu propio hogar.
Me gustas comiendo helado de fresa,
montada detrás de mí en mi motocicleta,
un fin de semana en Punta Cana,
bebiendo margaritas, cosechando el amor.
Me gustas cuando me provocas,
cuando provocas en mí el verso prohibido,
porque provocas en mis manos el temblar al contacto,
de tu lengua enredada a la mía con sabor a fruta.
Con sabor a fruta en una noche caribeña en la playa,
con sabor a fruta me queda el recuerdo,
me gustas porque siempre estas en mi mente,
bailando bachata de manera indecente.
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