No sé si la verdad es una y definitiva,
no sé si tengo derecho alguno de apropiarme de esta tristeza,
un hombre solitario habla consigo mismo y una lágrima resbala por su mejilla,
representante de un sentimiento que rebosa desde mi ahuecado interior.
¿Qué figura es más solitaria que la espalda de un héroe?,
cuando cubre sus heridas e inspira al público con su capa,
el representante de una justicia que nunca se pidió,
o un megalómano que cree que lo necesitan en alguna parte.
Nada va a llenar este hueco que existe en mi pecho,
ninguna caridad acompañada con sonrisas aliviará mi dolor,
ni las palabras fluyen, ni sale el canto de mi boca,
más que alaridos en llanto por lo que el muerto, muerto quedara.
Quedaba tanto que decir y tanto que reprochar,
el diablo habitaba los aires como al igual al aire quedaron esas palabras,
solo podre engañar mi recuerdo y simular que vuelvo y te hablo,
entre una tristeza ajena y el muelle del más allá.
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