Así empieza la aventura de tan infame villano,
resisto los vientos y pronostican mi caída,
cayendo hacia lo oscuro cayendo voy,
albergando entre tantos cuerpos sintiendo el abrazo de la nada.
No me interesa su cuerpo,
pues he de vivir entre su piel cuando se mira en el espejo,
habito entre la comuna y el desamor,
en el deseo de su carne y mi omnipresencia.
Moro entre los lares de su espalda,
entre cada hebra de su pelo y la impureza de sus grandes labios,
ya queda menos de mí en este cuerpo y sobra tanto de el suyo,
no reconozco esos ojos marrones y esa barba no me pertenece.
Como un ángel puede danzar en las puertas del infierno?,
mis grandes alas se enlodaron y las guardo para que no me vean,
las aguas apenas tocan las suelas de mis pies y no me pierdo en la oscuridad,
al amarme en mi maldad no me atemoriza el sabor de la carne.
Invadir su cuerpo y el amor propio,
son acciones contrarias puesto a que le quise demasiado,
dejándome de amar y ver mi reflejo en su espejo desmoronar,
una sola pregunta denotando miles de respuestas y un posible adiós.
Y ahora eme acá amando al abismo,
amándole toda y quedándome con nada,
por siempre viendo mis ojos en el reflejo,
por siempre en un triángulo amoroso entre el abismo y la lascivia.
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