martes, 9 de octubre de 2018

Poseído: la entrada



Como si acaso le escribiera a la nada, escribo en estas hojas los sucesos que trascendieron el concepto  de realidad que hubo alguna vez en mí. 
Mi nombre es Jack, no es relevante mi edad en esta tierra porque ya no habito en mí, de modo que antes no lo pensaba y solo supe que existía.

Todo empezó cuando la ví. 
La ví con su largo cabello negro, era rubio cuando la veía en regiones norteñas, tenía un nombre hermoso; algunas veces, se llamaba como las piedras preciosas, tan verde su color como el corto de su pelo, se llamaba como un ángel, la veía en el colegio con sus amigas hablar alegre.
De el blanco de sus cabellos, el azul de sus ojos no se escondían, cada vez que parpadeaba creaba un mundo nuevo y un nuevo romance, le encantaba fumar y bailaba abundantes alegrías.

Es un delirio que me ha comido hasta estas nuevas lunas, huelo su olor cuando ando en calle perdido en mis problemas, la busco pero no la encuentro, pero ella anda conmigo sin darme cuenta, pues le veo esas pecas entre la multitud asomarse.
Ella me descubrió una noche manchando su nombre, entre los fluidos de mi imaginación y los de mi amor, jadeando feliz por volverla a ver, imaginándomela recogiendo mi camisa del suelo y repitiendo mi nombre una y otra vez mas.
Fue la primera y luego me dice curiosidades al oido, de como la puedo imaginar sus pechos cuando la veo en el trabajo, o como se sentirá palpar ese enorme trasero negro.

No tengo cabeza para mi concentración, porque la siento en mi boca como ese sabor rancio que no se te quita en un rato, no me canso y la vuelvo a ver delante mío, tan hermosa con esos pechos chicos, me hace el amor por milésima vez, me elevo, llego a la cumbre, y me desplomo para poder descansar. 

Le busco en diferentes cuerpos,  muy ajenos a su presencia, esta otra chica no tiene su pelo azul, pues no le quiero, ella no es, no le conozco. Pero que debiera molestarme quien sea, le tengo delante mío y me ataca el hambre. Me la ceno como si fuera deber y miro luego la oscuridad de mi habitación, ella ya no esta a mi lado, pero  la que me gusta va a volver. 
Me siento ansioso, quiero volverle a ver y necesito mi droga, mi escape, mi salida. Me fumo un algodón con sabor a su fruta, y las pequeñas palomas no satisfacen mi hambre.

Me hallo en una orgía de sentimientos, no encuentro fin ni se por qué comenzó así, quiero parar y fijarme solo en sus ojos; un solo color, una sola piel, en sus grandes labios carnosos y esa épica cintura. 
Me siento como una bestia hecha prisionera en una jaula, no salgo de este tornado de jadeos, no ceso de pecar en contra de su memoria, vivo en lo oscuro de su recuerdo, poseído, no volví a ser mío desde el día en que por mi desgracia la conocí.

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