Soñando bajo plena penumbra,
en las vísperas de la rota cordura alumbrada,
la agonia de la duda que me inspiraba,
aquella con el frío contacto y la mirada paralizada.
Aquello puede llamarse amor lo que me inspira?,
la queja de mi empobrecido pecho que clama por su ausencia,
la añoranza de su sonrisa nocturna que encierra sorpresa,
y el misterio de la sonsacada risa en una nevada navidad.
Mi orgullo aclama por razocinio,
la muralla ha sido invadida por el suplicio de sus encantos,
quizá el tratar de olvidarla es su mejor burla hacia mi persona,
la apertura hacia lo desconocido que antes he recurrido.
Nunca la he necesitado mas se ha vuelto agua potable,
el vino de una velada en un cena fantasmagórica con la muerte,
el veneno que place a mi cuerpo y lo va matando,
la queja de un murmullo cuando deseo llorar.
El silencio me impacienta y su presencia de mi se alimenta,
aquel romance gótico que va danzando con la madre blanca,
el principio de un fin que yo veía avecinando,
la caída teatral de un héroe que alucina en su final.
A quien acudo para que me rescate?,
estoy bajo el embrujo de la satanica maniaca,
esto no es mas que una dedicatoria a la soledad,
al mundo, al desamor, a su norte.
Me despido con un dulce amargo en mi boca,
sus labios me profesan un amor distinto al mio,
mas nunca quiero olvidarme de aquella vez,
tu, yo, y las melodías del silencio.
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