Aquella de la que nadie se recuerda,
quien es escrita pero nunca imaginada,
la que es palpable en tu pensar y te acuerdas de la tuya propia,
viene con buenas nuevas en víspera literal.
Esa piensa y pronto verán,
verán y nunca entenderán,
escritos sin sentido y mueren olvidadas,
tanto como su escritora de blanco pelo.
Transita entre la Fe de un hombre ciego,
su cielo y mi infierno, mi fuego y su hielo,
tatúa mi espíritu e inspira a los profanos,
daña mi voluntad y administra mis pedazos.
No se fortalece con alimento común,
pues el suyo es vida y fluye enrojecida,
dulce y delicioso como un manjar detallado,
teje los sabores y transcribe mis quehaceres.
Su piel transpira agua maldita,
puesto a que su boca solo conoce el engaño,
en mi cuerpo ella siempre quiere abonar,
el clamor y las risas de un sadico despertar.
Yo no llamo mas no la dejo de llamar,
cierro mi vista y me enfoco en su voz,
este es el acertijo de aquella olvidada,
que al sol de hoy día me sigue para amar.
Odiala que hoy no aparece,
por mi ventana no la veo deslizar,
himno glorioso de aquella criatura olvidada,
que por la eternidad no puede hallar la paz.
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