Quitamelo todo y no me dejes reposar,
desarmame a punta de tu espada y vuélveme a anunciar,
ubica donde vere al sol nacer y morir en mi diario vivir,
secuestrame y espanta cualquier enfermo atraído a mi juventud.
No puedo detenerme jamas,
eso sube en mi espalda baja y se aloja en mi cerebro,
pienso unicamente en poderte dañar,
y con mi misma paciencia poderte amordazar.
No es ajeno el hecho que me pueda encolerizar,
negar con ira mi destino y sin nadie con quien razonar,
alguien con quien compartir alguien a quien confiar,
la confianza es un plato delicioso pero pocos la pueden saborear.
Ella es rabia, es violencia,
ella es la elección que siempre me hace morir por dentro,
desorganiza mi rutina y le aplica rabia,
excita mis discusiones y mueve mis añoranzas.
Que tan colerica puede ser la coronada de azules sus ojos,
me ignora y se enfada si la olvido,
ingiere el dulce vino que le queda a mi vida,
y absorbe mi alegria matando por infección la llaga.
Esa es la que devora los corazones,
la que con su pálida piel alumbra mi habitación con luz lunar,
sus pasos hacen temblar los pavimentos construidos en mi mente,
construye y destruye, corroe y me calcome.
Tu la puedes ver en espacios del tiempo,
cuando llueve cuando viajas cuando te enamoras,
ella es centenaria pero su rostro es el mismo mio,
yo para siempre suyo y ella entra cuando su entrada es anunciada: puedes entrar.
Aquella es mi mal que me hace bien,
nublo mi mente en momentos de mi diario vivir,
pero ella calma con su aliento mi caliente cabeza,
y me da la paz en medio de la desmenuzante aniquilación en este guerra sin final.
Sentirse impotente y no poder hacer nada,
ella lo toma todo y mi vida me quita mas,
nadie me entiende pero todos comentan,
comentan y callan, callan y se sazona mi colera.
Destruye y derrumba todos mis pavimentos,
compra mi orgullo y rompe mi cordura,
comeme y no dejes nada de mí,
que mi amante se jacta de la roja sangre del ente enamorado.
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