jueves, 8 de diciembre de 2016

El enamorado de la bestia




Sus manos delicadas reflejan garras,
garras peligrosas con un detalle femenino,
pálida su piel rebosada como copa de nieve,
y el aquelarre de sus deseos infrahumanos que percibo.

Fue en uno de esos instantes en que comenzó todo,
cuando iba perdido en el tiempo en aquella ciudad,
perdido entre la hambruna de los deseos carnales y el cariño,
en un tiempo donde no existe aquello.

Me encontró puesto a que no la buscaba,
se encontraba en mis hombros y me murmuraba sus poesias,
su canto llenaba de curiosidad mi inteligencia,
y la dormía para seducirme con mayor facilidad.

Alborotó con tupor mi pobre corazón,
hicimos el trato puesto que cambiaría mi vida,
lo tendría todo mas nunca encontraría el amor,
salvo el de ella que era pleno consumidor.

Que facilidad fue perderme en sus inferencias,
lo tenía todo mas no me llenaba nada,
acariciaba mi menton con la libido de sus dedos,
e inhalaba el humo de la droga su aliento.

Sus historias nunca paraban de asombrar,
yo tomaba sabiduría en el caudal de sus aguas,
de su hedonismo me bañaba en el descanso,
mientras me restregaba con la malicia.

Tan azules son sus ojos,
que atraen todo a si menos lo hermoso de amar,
su boca es tan deliciosa cuando la deseo,
que es como el dulce beso de la miel, lento y empalagoso.

Nadie que me hable de sus propuestas,
pues distingo interés desde su mirar,
de ella no me puedo alejar,
desde allí comienza el descenso.

No me quiere dejar ir! siglos vienen y siglos van,
ella ha arrebatado de mi la delicia del querer,
la encontré rojas sus manos sobre aquella joven,
que en un tiempo yo había decidido para mi tomar.

De su castillo nunca puedo escapar,
de dia me encierra en mi tumba sin yo poder salir,
de noche me persigue en las pasillos largos de su morada,
y en eso los siglos han pasado ya.

He odiado el momento en que me deje caer en sus brazos,
su boca es faltona en promesas y he caído en sus alas,
su maldición es como las arenas donde no puedes forzar,
e igualmente aunque lento te vas a ahogar.

Con la estaca he intentado ajusticiarme,
nunca puedo porque me pierdo en su mirar,
me carcome mi tristeza cuando mi pecho ella va a besar,
y se alimenta mirándome y su victoria podrá gozar.

Mi piel ha estado fria desde mucho ya,
y el fuego que quedaba en mis ojos se ha ido ya,
esto acá amigo mio no es el final,
pues el enamorado de la bestia no podrá morir jamas.











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