domingo, 11 de diciembre de 2022

Recordando cien amores: analogía del amor y el deseo


 
En un mundo de ilusiones, permea la historia de los cien amores.

La aurora dulce de aquel deseo juvenil, la primera sensación palpable de que me convertía en un adulto, aun siendo el más cruel personaje con mentalidad de inocente.

Me acuerdo de mi primer amor, de tantos que había fantaseado en mi cabeza con mis compañeras de clase. Me enamoré de una que tenía aquellos cabellos negros como el ébano, y una tal pálida piel para un entorno caribeño. Entre mis ideales comunes de un macho en potencia, pensaba que como en las novelas: “el que persevera, triunfa”, luchando por un amor no correspondido, correspondido solo para otra persona que no era yo, sino un amigo, la cual había perdido tanto su amistad, como el amor de aquella niña en un enfrentamiento abierto por el que desde el principio ya estaba decidido.

Confieso que he tenido tantos amores en mi cabeza, cien amores mal contados, mal actuados, que se reproducen en mi cabeza, declarándome con la una y olvidándole en penas, en el inevitable rechazo, creciendo mi romanticismo de literatura romántica como mi cuerpo y mis años, madurando, fermentando y siendo vino.

En mi confusión, había confundido el sexo con amor, ese caliente y esas vibraciones con otras miradas, viajando al mundo, conquistando cuerpos internacionales y conociendo gratis buena gastronomía, perdiéndome en mi camino a encontrar a uno entre los cien amores.
Entre ellos, vislumbre una esmeralda que cambio mi realidad y extendió mi mundo, desafiaba mis creencias y con su anarquía derroco el nepotismo en la administración de mis ideas. Tan violento huracán me sedujo con sus vientos fuertes, y me abandono en un campo vacío, y tan fuerte fue su llegada que súbitamente desapareció de mi vida, vi mis cosechas devastadas por su paso, y me perdí.

Le pido al bartender que me dé otro sake, aquí no solo se trabajan las horas contratadas, sino las que te pida el jefe. He amado nuevamente, aunque su herida no ha sanado, he creado nueva vida y nombrado en tal un nuevo amor, vivo soltero y pagando la manutención en una soledad autoinducida, y tambaleo borracho perdiéndome, en el país del sol naciente.

sábado, 19 de noviembre de 2022

La nomenclatura de la ausencia: largo camino

 


Así de impactante resultaba,
el chocar de minuciosas miradas en el parque,
el pasar lento de los segundos en sus pisadas,
la sonrisa luego de pasarme llevándote mi alma entera.

Es un aberrante esquema de coincidencias,
me llevaron a encontrarla aquella noche desvelada,
silente y observante en su bien situado balcón,
bronceándose semidesnuda con la luz de la luna.

Reincido en recordarle tal cual le conocí,
una obra tal cual admirada por mortales y dioses indolentes,
inmortal en mi memoria y en la de los hombres de la humanidad,
tan única, tan impresionante e imposiblemente ella.

Sin su presencia siento la nomenclatura de su ausencia,
remanentes de sus fórmulas y pócimas de pasión,
caen hojas amarillas que simbolizan al tiempo en mi piel,
entre los siglos y milenios del corto tiempo sin su presencia.

¿Qué tanto puede amarle un mortal?,
si lo que toca se vuelve suyo y lo hace eterno,
las cadenas del tiempo se vuelven obsoletas,
y entre sus alas y la eternidad fui feliz.

Inexplicablemente impresionante el azul de sus ojos,
impactante como se fijan en su víctima en su rabia azul,
callada e implacable con la daga de sus besos,
que al desangrarme caigo en sus brazos como víctima fatal.

domingo, 6 de noviembre de 2022

Descubreme: reina inconforme


 


Es sombra y parte de la duda,
me promete que me ama y lo jura,
me jura que en sus sueños la deje anonadada,
entre cobijos escarlata y polvo de hada.

Es irracional como me atrae su aliento,
segrega sus hormonas y me envuelve lento,
la incongruencia de una vida sin verla en su vestido,
aquellos fines de semana y en especial los domingos.

Así es de caprichosa la querida,
pretende dominarme porque es deseada,
sin saber que cedo porque está enamorada,
y en su placer mi felicidad dorada.

No tomes a mal que me oponga a besarte,
es que cuando te beso tu hechizo me parte,
rompe mi voluntad y me vuelve insipiente,
en tus locuras de amor imponente.

¿Quién si no ella me dará cobijo?,
observar como resuenan sus caderas es un lujo,
me saborea con su mirada en predatorio cortejo,
y en la oscuridad de su cuarto en silencio me dejo.

No busques inferencias, reina inconforme,
que la nube de tu duda me consume,
acuéstate en mi pecho y podrás descubrirme,
que desde el principio de los tiempos te ame.



 

domingo, 18 de septiembre de 2022

La ciguapa de los pies invertidos: historia terminada en cenizas (parte 3 final)

 


Nuestra historia de amor había comenzado, pero el final, entre el fuego, había sido predestinado.

La policía me perseguía otra vez, pera esta vez no era por la deshora, sino por un crimen más atroz.
Ya el dulce de coco no me sabía a nada, y mango se podría en la cocina, el alma llena de alegría y vida que inundaba la casa ya no estaba, se había ido.
Sangre corría rampante aun mi cabeza, yo estaba mareado y vacío, ya había hecho lo que tenía que hacer, pensé que lo que hice me iba a satisfacer el odio, pero aún está ahí, persistente en mi pecho, persistente como mi huida de las autoridades en aquella carretera que se dirigía hacia Bonao.

Mi ciguapa no está, ya se fue. No se escapó entre los árboles y el trinar de las aves, como la primera vez que la vi, se fue, para la completa oscuridad, alejándome de sus ojos verdes.
Se fue aquella noche en que trabajaba hasta tarde para su jefe, se fue en esa última llamada en que me decía que me había dejado la cena preparada en el microondas, que calentara mi comida y que no la esperara, porque tenía cosas pendientes en su departamento.
Recibí una llamada horas más tardes de parte de la policía, la ciguapa no seguía con vida, pues la encontraron muerta en un basurero por el centro de la ciudad.

No entendía nada de lo que decían, solo que un vehículo gris marca Mercedes había escapado de la escena y por gracia divina había sido detenido en un retén policial improvisado más adelante, aun con la sangre en su camisa, relacionando dentro de un buen rato con el cadáver encontrado luego en aquel basurero.

No supe que más paso, pues al otro día en los servicios fúnebres muchos familiares míos y de ella se disculpaban conmigo, dándome el pésame y muchos consejos para seguir adelante en la vida.
¿Qué vida? Ya no escucharé sus cantos en el balcón mientras se confundían con el de las aves, ni probaré otra vez su café, que aunque no hacía nada diferente a los demás, le agregaba amor, que lo hacía saber tan distinto a cualquier otro.

Mi cara no se compadecía con su madre que lloraba desconsolada, mis emociones habían sido apagadas como sus besos, que me hacían ser mejor cada día, que me hacían querer ser bueno. Ahora solo quedaba una sola cosa que rugía desde mi interior: venganza.

No pude ponerle las manos encima, ya que estaba siendo retenido en el palacio de la policía nacional por homicidio y violación, pero solo vi una forma de hacerle pagar, y sufriría mucho peor que yo. Le haría sentir mi impotencia, pero estaría preso y pagando su crimen, y yo, estaría ya muy lejos.

A la semana siguiente, entre a su casa, donde dormía su esposa. Subí hacia su habitación, la encontré en paz durmiendo, como alguna vez dormía la ciguapa conmigo, acurrucada, pacifica, convirtiendo su calor en mi energía para el siguiente día. 
Como me arrepentía de haberla conocido, de posar mis ojos en aquellos ojos verdes en el río, nunca debí de espiarla, aunque me perdiera la más hermosa obra de arte hecha de carne y hueso, porque ahora ya no está, está muerta. Lejos de mis ojos, lejos de mis manos, lejos de reposar nuevamente su cabeza cansada en mi pecho agitado por su amor.

Pero ahora no me arrepentía, porque así como lo advirtió la ciguapa que le espiaba desde lejos, así advirtió la esposa de aquel asesino que le observaba desde la oscuridad, envidiando su vida, deseando su muerte. 
Grito, pero le calle la boca con mis manos, no la deje moverme de arriba de ella. Me transporté en aquella playa con la ciguapa, comiendo piña e invadido por el ron, soñaba que la tenía conmigo nuevamente, mientras la poseía con mi sexo entre las arenas y el mar. Pero esta no era mi ciguapa, esta era una inocente que no tenía nada que ver con las maldades de su esposo, pero no me importaba, porque la inocencia y la piedad habían abandonado mi corazón, al igual como aquel asesino mato y violo a la inocente de mi ciguapa.

Acabe con ella dejándola débil, pero ni ella ni su esposo podían advertir que el filo de mi machete pedía sangre, y sangre, le di de beber. Le di el primer tajo en su garganta, dejándole sorprendida y pidiendo aire. Sus ojos llorosos me suplicaban clemencia, imagine que así mismo pedían ayuda los ojos de la ciguapa antes de ser asesinada y tirara en aquel basurero, como si fuese un animal o un perro cualquiera. 

Toda duda había sido borrada de mi conciencia, porque repetí los machetazos en el cuello, separando su cabeza del cuerpo, dejando la escena de crimen con un baño de sangre y un cuerpo sin cabeza.
Tome su cabeza y la monte conmigo en el carro del asesino con destino a mi antiguo hogar, para darle tributo a mi difunta amada. 
Al parecer, uno de los vecinos llamo a la policía por haber escuchado el grito inicial de la víctima que ahora posaba en el asiento del pasajero. Sin medir palabra, le tiré el vehículo encima, matando al mono que pensaba que con su cuerpo y su arma de reglamento me iban a prohibir la salida, haciendo que ahora mi huida sea una persecución a altas velocidades por la autopista Duarte con rumbo a Jarabacoa.

La ciguapa de los pies invertidos era una alma de bondad, pura, que amaba el sol  y las bienaventuranzas, por lo que creo que me merezco que se cruzara en medio de mi camino, haciéndome desviar el carro y estrellándome con un poste de luz. 
Recobre mis sentidos rápidamente, y la mire al lado mío, con el mismo vestido que la vi aquel día en que se me presento en el parque de Bonao. Me veía con una tristeza, ya sabia que era mi final, pero no me importaba, pues no podía continuar viviendo sin sus ojos. Un olor a gas salía de atrás del vehículo, por el baúl, ese vehículo tenía un tanque de gas.

- Lo siento ciguapa- le supliqué con mi último aliento- nunca pude imaginar una vida sin ti, todo es tan injusto, tan injusta es esta vida. Pero me alegro de que al menos me puedo ir al infierno con el recuerdo de tus ojos verdes, donde serán la gota de agua que saceara mi sed en esa maldita eternidad bajo el fuego y azufre.

Su silencio me dijo más que las palabras, y alcance mis bolsillos para sacar un bate y el encendedor, para la última fumada.

- Gracias por haberme hecho tan feliz, te amo.

Una gran explosión alejó a los policías que se acercaban al vehículo, y entre las llamas vieron la sonrisa perversa del asesino corta cabezas, la figura de una mujer se elevaba entre las llamas hasta el cielo estrellado de estrellas, aquel fue el triste final de una historia terminada en cenizas, la historia de la ciguapa de los pies invertidos.


jueves, 15 de septiembre de 2022

Silencio

 


Silencio que oigo un palpitar,

Cállate antes de que venga por ti,

sin emitir queja miro hacia el techo callado,

Silencio que pecho explota.


He de confiar que mi boca no emitirá tu nombre,

no expresará lo que llevo conservando en todo este tiempo,

yo hago silencio, ya que no tengo derecho a decirte,

algo callado que sangra con herida abierta.


No me hables que no miraré tu rostro,

No me mires porque no oiré tus preguntas,

No me preguntes, puesto que te contestaré con el silencio,

lo que canto a solas para que nadie me escuche en mis aposentos.


Viendo desde la objetividad que me da el espejo,

¿cómo puede un cuerpo de carne y hueso permitirse sentir?,

eso corroe el pecho y te hace estallar en una furia callada,

envenenando el cuerpo y deseando perecer para no volver a sentir.


Quisiera dormir y vivir en mi idealización de la felicidad,

ver tantos rostros del pasado que nunca volverán,

preguntarle a mi madre a ver que tal le va en su paraíso,

si sabe entre toda su paz cuanto la extraño.


Quiero morir y compartir esa paz,

romper el silencio y confundirlo en llanto alegre al verle caminar de nuevo,

hablarle de su nieto y como a mi hermana le ha ido en vida,

decirle que la entiendo cuando la sentía sola en aquel balcón.


Vivir y querer tantas cosas en silencio,

son un principio básico para la fórmula del auto-sabotaje,

solo fueron estos los deseos que en silencio desee aquí en mi cama,

cerrar mis ojos y abrirlos a la vista de sus ojos verdes y un café.


Solo son berrinches de un alma ciega,

esta silenciosa amiga que en silencio hace ruido,

melancolía y recuerdos de un pasado inocente,

arrepentimiento y deseo de una vida mejor.

lunes, 22 de agosto de 2022

La ciguapa de los pies invertidos: la ciguapa en la ciudad (parte 2)



 No hay fortuna que se comparen con sus ojos. Las constelaciones en el cielo se pliegan en aquel violeta, como la pintura de su cuerpo en noches de verano. En las mañanas prepara un café y lo sirve con religiosidad, nunca fui partidista de ser adicto al café, pues mi madre siempre había sido adicta a su café y a su cigarrillo, siguiendo el mismo ritual cada mañana, cada tarde, y cada noche, en el patio de atrás de la casa mientras hablaba con cualquier miembro de la familia que le fuese a visitar. Así lo hacia la ciguapa en su balcón, desde que nos mudamos juntos a la capital, había tomado la costumbre de poner musica alta y cantar en el balcón, el mismo lugar en que también recibía a nuestras visitas con cervezas o ron, dependiendo de la ocasión. El sonido de la musica en el barrio era persistente, sin importar la hora una bachata o un merengue profanaba tus oídos aun en ayunas. 

Habíamos empezado juntos a trabajar en un centro de llamadas, donde hacíamos tiempo extra para pagar la deuda que teníamos para conseguir los depósitos del alquiler. Tenemos ya varios meses en el mismo trabajo, y la ciguapa recibió un rápido ascenso a otro departamento, iba a ser la asistente de uno de los superiores más temidos de la empresa. 

El verano era caluroso, pero cada vez que ella pasaba por el pasillo de la oficina, toda la habitación callaba, un calor se elevaba con lenta intensidad, y disminuía cuando salía del espacio, mi princesa reinaba y en su territorio se movía confiada.


Yo disfrutaba el ver sus ojos, llenos de un callado deseo queriéndola tocar, pero no pueden, esta lejos, es mía, y yo suyo y de nadie más. 

Cada vez que terminamos de trabajar, nos encontramos en el colmado de dos calles más arriba, a tomarnos una birra y desahogar las quejas del día. A veces si las cosas abrumaban mucho, pasamos por donde un serio personaje con sobrenombre de una caricatura para niños a comprar con discreción algo de medicina para relajar el día con humo, y mas cuando estábamos enojados, porque la pipa de la paz calma los impulsos y la mala sangre. 


Los fines de semana tomábamos un bus con rumbo distinto. Al principio solo íbamos a la playa de Juan Dolio o a Guayacanes a comer pescados y mariscos, y en esta ocasión nadamos juntos en Guayacanes. Le gustaba retarme en natación, haciendo que cuando yo saliera de la playa quedara yo estropeado y tenía un ligero sabor a metal en mi garganta por el jadeo y el cansancio.

Así era el sol de intenso y así lo era la ciguapa, un oleaje de amor y espuma, la sal en mi lengua y la grandiosa aventura, el poema que en una isla bendecida por los cielos azules inspira devoción al contemplarle andar, marcando para siempre sus pasos en la tierra en su caminar, ese tumbao’ que baila su cintura con ritmo quisqueyano.


Paso un haitiano vendiendo frutas, y ella pidió una piña. Mientras él pelaba la piña con cierta destreza, alguien en la playa encendió su bocina y pusieron una bachata de Aventura a todo dar, 

la jalé hacia mí y nos pusimos a bailar en lo que el señor terminaba su trabajo. Cuando sus manos se pusieron en mi espalda, una corriente provino de ellas e invadió mi cuerpo por dentro. Acaricie su mejilla y la bese, ella era mi sueño y mi despertar tierno cada día, pura energía o electricidad, un rico morir soñando.

 

Tomamos la piña lista, y ella me atrajo a una sección solitaria de la playa, atrás de unos arrecifes. Empezamos a comer piña y a tomar del ron que llevaba en su cartera, cada vez que se acercaba me rozaba a propósito con sus piernas y volvía ese brillo en esos ojos verdes, el mismo brillo que me seguía cuando estaba en toalla saliendo del baño, esa hambre y esa fascinación pura que a menudo hasta me hacían imaginar escuchar un ronrroneo oculto detras de su sonrisa felina.

Ella me amaba, lo sentia en sus caricias en mi piel desnuda, me hacía recordar con sus besos que puedo ser bueno cada día, incendiaba con su querer mi cuerpo en las noches, inundaba de ternura mi templo cuando llegaba cansado de un día largo. 


Me beso bajo el sol del caribe, el mismo que se sorprendió cuando nos agarró cogiendo por vez tercera, aun pegados como ahora en esta agua salada, zarandeándome la lógica y atrayendo mi locura, sintiéndome tal dragón con el tesoro entre sus patas.

A quemado mi pecho con lamidas de fuego, con su mano tal caricia que resonaba melodiosa en mi cuello, no le supe compensar y bajo vergüenza en su trampa caí. 


Me empujo mas contra la roca y quedo su mirada a nivel con la mía, oprimiendo su cara con la mía. 

Claro que estaba duro, qué joven en sus cabales no desearía mi suerte, su cuerpo. Pero por eso me he distinguido de cualquier otro, pues deseo su sabiduría, su picardía, su espíritu libre y su voluntad de fuego, la deseaba completa para mí, y eso, ella lo sabía.


Aunque amara a una diosa, ni las mismas estaban exentas de sus fallas. Había veces que no respetaba la opinión ajena, somos entes sociales lo sé, pero como en estos casos, ella no respetaba que no quisiera hacer una escena pornográfica frente a posibles ojos intrusos, nada más intruso que un guardia de seguridad pescando pervertidos como nosotros. 

En un rápido movimiento, saco mi miembro y se apoyó más en mí, ahogo mi sorpresa con un beso opresor y se frotaba contra mí.


- ¡No hagas ruido y cálmate que nos van a ver!- dijo la bandida.


La osadía de la maldita. No espero mi respuesta y movió su pieza inferior a un lado. Esa sensación anestesiaba a cualquiera, y más como jadeaba en mi hombro con estimulante aire caliente. Pasaba cada segundo como si fuera eterno, sentía como si nuestras almas fueran las que se mezclaban a escondidas de la gente, apretó su mano donde tenía la piña y vertió todo su jugo en su boca, sintió mi sed, pues lo compartió conmigo dándome de beber de su boca.


El éxtasis y la emoción no aguantaban, y empujo más, haciendo que la penetrara. Otro de sus defectos era que no era paciente, porque no le importaba que al inicio doliera. Esta vez fue algo distinto, pues al estar tan húmeda no hubo problema alguno. Ella me besaba con prisa, yo sabía que era más para silenciar sus gemidos, rítmicamente lento, pero preciso.

Ella representaba todo lo bueno de esta isla, la humildad, la alegria, su gozo. La solidaridad de acogerme bajo sus brazos, transformándome poco a poco en lo mejor de mí, rompiendo el cascarón.


Duro y lento al ritmo de Aventura mientras la música sonaba ella se movía, bailaba mientras follaba conmigo en la playa. Me transportaba a escenarios lejanos, a lo alto de los Alpes, en lo profundo del Amazonas; me sumergía en el canal de la Mona con los naufragos y sus yolas, y en el último lugar del mundo con Ricardo Montaner. 


- Yo no creo poder aguantar- dije de prepotente.


- Ay dale papi- exclamo.


Solo eran tres palabras, pero eran tantas las cosas que emitían esa corta frase. Significaba llegar al cielo, fundirse como chocolate derretido, lo más rico que pudieras saborear a través del oído, era la aprobación de culminar como un campeón.


Me vine como un perro a sabiendas de que ella estaba tomando sus pastillas, se apretó más a mí haciéndome percibirla como una serpiente, enroscándose en mi cuerpo más y más fuerte, mirándome fijamente a los ojos, yo observaba como se dilataban sus pupilas. Senti como algo apretaba en su interior y un temblor en el interior de sus muslos, un líquido caliente corría en mis piernas.

Ella se dio vuelta y se hundió más al agua avergonzada, yo fui y la abracé por detrás.


- Que no te dé pena, me hace feliz verte satisfecha- le consolé con un beso en sus mejillas. 


Su beso aprobaba la cotorra, y con el acto sellamos nuestro recuerdo entre la sal y la espuma. Regresamos a casa en tal apretado transporte público para regresar a la cotidianidad, entre el ruido y la gente, la ciguapa y la ciudad.


Nuestra historia de amor solo había empezado.





sábado, 23 de julio de 2022

Sexo en el espejo: la habitación carmesí (explicito)




Solo era no entrar, pero mi espíritu aventurero no cesaba de impresionarme y decidí irme derecho a mi tumba, nadie lo esperaba, más que aquella habitación carmesí que se había robado mi alma. 


El castillo en esta extraña dimensión que había entrado yo en este viaje por las montañas, abandonado en la soledad y la nieve. Decidí inspeccionar aquel castillo que en silencio me llamaba, me trepe por las paredes que aún pertenecían en sus murallas sólidas, la humedad había llamado al moho y al mal olor en su alrededor. 


Las puertas aún estaban fijas, eran pesadas y se podía apreciar su densidad, pero había una en las profundidades del castillo que pertenecía semi-abierta, lo suficiente como para que yo entrase. 

Era pura oscuridad, encendí mi foco para ver mejor. Era un cuarto oscuro, había una cama enorme y destruida en el fondo de la habitación, tenía aún su tela color rojo intacta, pero comida por el polvo y devorada por la humedad.


Había un espejo en el lado opuesto, también el polvo había cubierto su superficie, pero procedí en mi curiosidad limpiarlo con un trapo viejo que tenía en mi mochila.  

Tan solo lo toqué, y me entro un sueño profundo, era como si la habitación succionaba mi energía, haciéndome caer y perder el conocimiento. 


Comencé a sentir calor en la habitación, y el olor de la canela e incienso, era una sensación agradable y confortante, sentía como si estuviese arropado por ese olor y se deslizara por mi cuerpo, yo sentí el contacto de mi piel desnuda  con una tela muy suave, era una seda muy relajante.


Abrí mis ojos extrañado, pensé que estaba en un cuarto carcomido por el moho y los años, pero estaba en una habitación de ensueño carmesí, por sus paredes y la tela de la cama color rojo carmesí. Las terminaciones en oro y el marco precioso del espejo brillaban escandalosamente, y la luz tenue adornaban el ambiente con excelente majestad. 


Me acerqué al espejo y me vi en él, completamente desnudo, atractivo. Intente tocarme porque parecía tan real el otro lado, pero era solo un espejo que delante de mí me mostraba, haciendo que me enamorara de lo que veía.

Aquella boca, aquellos ojos color miel, me miraban a través del reflejo y me ruborizaba al verme. El sonido de un reloj sonaba lenta y rítmicamente a través de la estancia, me descubría dejándome llevar por el ritmo del péndulo de un lado a otro y tocándome mientras me veía, mi pecho se movía más enérgicamente que antes descubriendo mi deseo.


Me tocaba mis pectorales perfectos y marcados, mis dedos eran suaves, suavemente se movían entre la división de los mismos y mi cuello, empezando por mi lado derecho, lento, despacio, apasionante. Con mi otra mano bajaba a mis abdominales, pasando cada uno de ellos como si dibujase un lienzo que era mi cuerpo, descendiendo a mis grandes muslos, traicionándome cuando rozo mi falo, que despertaba en aquellos momentos de roja lujuria. 


Me estaba empezando a masturbar, me adoraba cuando veía mi cara llena de placer, en su máxima potencia mi miembro excitado se asomaba y disfrutaba, estaba delante de mí yo mismo viéndome, deseándome, amándome.

De pronto, vi como de la cama algo se asomaba, era la figura de un humano, que se materializaba desde abajo de las sabanas como por arte de magia negra, descubriendo un cuerpo moreno que yo conocía muy bien. Ese era yo, quien se acercaba a sí mismo, al del espejo, mi sorpresa no me saco de aquel hechizo y mi cuerpo no obedecía, sentía como sus manos recorrían mi espalda, se dirigieron hacia mi pecho y mi mentón, respirando en mi cuello, entre perfume y el calor de aquel volcán. 


Sus labios eran suaves, pero ásperos, lo sé porque me besaba el cuello haciéndome temblar, sentí como mi propio falo rozaba mi trasero y lo bien que se sentía, haciéndome estremecer.

Cerré mis ojos y nuevamente los abrí, ya no veía mi propia figura, sino la de una mujer blanca que conocía muy bien. Ella visitaba mis sueños en noches turbias y me ahogaba en mis suspiros nocturnos a su nombre, cabello blanco y ojos azul inframundo, me miraban mientras sentía sus manos y su falo contra mi trasero. 


Vi que de las mismas sabanas, salieron más copias mías. Ellos se amaban entre ellos, vi mis labios contra otros míos, como uno masturbaba al otro mientras le comía los pezones a otro, hasta que sentí yo mismo aquel aguijón de aquella mujer de blanco cabello. De ente el espejo y el suelo salieron unas cadenas doradas que se enroscaron en mis manos, llevando a ambas manos hacia el marco del espejo de donde salían. Se iba intensificando la lujuria en el ambiente, como también los caderazos que me pegaba aquella intrusa, vi que algo blanco se asomaba de su boca, eran unos colmillos largos y afilados. Me asusté y trate de escapar, pero invadieron mi cuello como si se tratase de un fruto delicioso, al principio sentí un dolor que corrió por el cuerpo, pero luego, de la misma mordida, penetro un líquido que en vez de dolor me dio placer, paralizando más mi cuerpo. 

La sentí gemir mientras dividía sus tareas perfectamente, una mano en mi pezón, otra me masturbaba como si ya conociese mi cuerpo de sobra, y su miembro me daba en zonas que nunca había experimentado jamás. Entre mi figura penetrada y la de mis copias teniendo sexo me hacían olvidar en donde estaba, en un castillo supuestamente destruido y abandonado, ¿esto era ficción o realidad?

Me sorprendí gimiendo su nombre, solo lo había extenuado en los delirios en mi cama, siempre que trataba de recordarlo por mi cuenta se escapaba por alguno de mis oídos y no volvía jamás. Pero sé que esta vez estoy en lo cierto, porque cuando la nombre, sus ojos se fijaron en los míos a través del espejo, el azul intenso brillaba en comparación de toda esta luz tenue que nos envolvía en la habitación. 

De pronto, las llamas de las velas cambiaron de color, eran azules. Ya ninguna copia mía quedaba, pues solo la vi a ella, cada una de ellas se daba placer a sí misma mientras me veía siendo dominado. Las cosas se intensificaron, y sus gemidos camuflaron los míos, ellas se comían y se masturbaban mientras me veían, no pude aguantar más y sentía como me llegaba el deseo de venirme, como si fuera un refresco de soda que ha sido revuelto, todo iba subiendo hasta llegar al éxtasis.

Eyacule fuertemente, todo ese semen cayó en el espejo. Mis fuerzas esta vez flaquearon mucho, por lo que quede arrodillado frente al espejo, viéndome jadeante y en la cúspide de lo que sería el placer.
Me vi de pronto nuevamente solo en aquella habitación oscura, no vi ninguna copia mía ni de ella por la habitación, ni siquiera me acuerdo de su nombre.
Me pare dispuesto a irme, triste y desorientado, pero sentí un dolor en mi cuello que me hizo palparme la zona, eran la marca de una mordida.

La marca de su mordida.
  

viernes, 8 de julio de 2022

La ciguapa de los pies invertidos: princesa quisqueyana (parte 1)



La miraba yo cuando estaba en aquel río entre las montañas de Jarabacoa, lavaba su pelo como si entre ellos pasara vida, desenredándose con sus dedos y untándoselos con aceites y mascarilla de aguacate, su largo pelaje y su bendita desnudes robaba mi aliento. Me escondí a ver a aquella ciguapa que se bañaba tranquila e inadvertida de ojos intrusos, pero los míos le veían sorprendidos porque me apartaron de mi camino a casa.
No sé que me delato, si mis pensamientos o mis latidos, pero sus ojos verdes conectaron con los míos haciendo que mi mente retratara ese paisaje por siempre en mi memoria.

Aunque luego de que nos dijéramos tantas cosas sin poder abrir la boca, aquella morena hecho a correr de una manera tan ágil como a nadie he visto jamás. Brincaba entre las grandes piedras mejor que cualquier atleta y de manera tan salvaje, pero tenía una gracia el verla en pleno vuelo con aquellos rizos al viento, perdiéndose entre las matas como si se mezclara con la naturaleza y se guiara de las hojas a las raíces, volviéndose nuevamente en un mito.

Volví a la realidad unos segundos después, cuando mi primo me gritaba desde lo alto de una pequeña loma detrás de mí, mi madre había hecho un sancocho y que llamaba a por mí. Aquella ciguapa de pies invertidos lo había visto solo yo, aquello era el mejor regalo de cumpleaños, y juré celosamente llevarme ese secreto hasta la muerte.

Al otro día, fuimos de noche mi primo y yo en nuestros motores a bebernos un pote de ron y compartir con los amigos, y entre la gente vi unos ojos verdes que me seguían entre la gente, aquella ciguapa ahora tenía un largo vestido y estaba peinada delante de mí. 

- ¿Me vas a dejar seca?- me pregunto acercándome su vaso para que le sirviese un trago.

Entre la perplejidad y el orgullo ajeno por los timbales de aquella princesa quisqueyana. Le sirvo el trago de ron llevándome del juego, hubo una complicidad afirmada y sellada por nuestras miradas, pues ella sabía que yo sabía, yo sabía que me reconocía de esta mañana y le vi a flor de piel entre las aguas frías del río, como si un trago balanceara el que me haya disfrutado de unas curvas igual a la guitarra que tenía en mi habitación, como si olvidara que he visto lo más hermoso de este planeta.

Hablábamos sentados uno al lado del otro en aquel parque, me olvidé de la hora y de mi motor, de mi primo y cualquier otro pasado amor, entre los tragos y unas empanadas que vendían cerca nos contamos la vida. 

Le veía mientras me hablaba, esos labios color miel atravesaban mi mente mientras se movían con entusiasmo, el contacto ligero de nuestras piernas me tensaba el cuerpo, no sé si también lo sentiría igual, pero volví a mis tiempos de niñez cuando era tímido con las chicas, inexperto y emocionado, a la expectativa de conseguir el primer beso, no ser aburrido y perderla. 

Me sonríe brevemente, me pregunto si sabría que ya su nombre está escrito en la parte de atrás de mis cuadernos, que la vislumbro acostada junto a mí en alguna playa lejana, que aprendí a mencionar su nombre con cariño disimulado, si podría leerme la mente.

La ciguapa de los pies invertidos también sabia leer mentes, al parecer, o acaso en mi cara se podría ver la desesperación que me acarreaban sus verdes ojos, pero así como ella fue la que inicio nuestra conversación, así tomo iniciativa y jalándome del cuello de la camisa me acerco para besarme los labios.

No había dulce de coco tan dulce ni mango tan rico como el sabor de aquellos labios miel, nos devorábamos con hambre y nuestras lenguas bailaban en sincronía, una salsa sonaba fuertemente en el fondo, erizando los pelos de mis brazos que resonaban sensiblemente con el bajo de las bocinas, rítmicamente palpitando mi corazón, haciéndome temblar.

Hubo movimiento rápido y la gente comenzaba a irse del parque, se tiraron los monos y comenzaban a llevarse a las bocinas y a la gente. La princesa quisqueyana me graba su número de teléfono en el celular y me despide con un beso tierno antes de correr también, pues los monos ya iban cerca de nosotros. Enciendo mi motor y como en película de acción acelero y los pierdo rumbo a casa, con el número de una princesa, un beso, y la prueba latente en mi pecho de que era real.


jueves, 23 de junio de 2022

Deseándome: monólogo de un narcisista

 



Su perfume. Aun su perfume invade mi chaqueta, gracioso como las mujeres marcan su territorio de manera tan sutil, pero obvio para su rival, deseándome para sí en una rabieta infantil pero algo reprimida, porque me quiere solo para ella por como le hago sentir, por como le hago soñar.

Me ha confesado que está confundida, que el caliente de mis besos aplicaron color a su pecho herido, que mis dedos tocaron sonatas para el claro de luna con su clítoris, majestuosas ceremonias haciendo el amor en la cocina. 
Me ha pedido que me aleje, pues cuando estoy cerca empieza a sudar, su pulso se incrementa y le paraliza mi mirar, que ha sentido que tengo alas porque la llevo a volar entre las estrellas y demás astros, entre el Hades, y el olimpo, el mar y el trono de Dios.

Soy el golpe de su vida y mi embrujo lo introduje aquella noche entre tus sabanas cuando los demás habitantes dormían en plena madrugada. Hacía calor, tu cabeza golpeaba el estándar de la cama marcando el ritmo de la batería, tocaba dulce guitarra con mi lengua en tus pezones, con aquella miel que quedaba del desayuno de ayer.

Su perfume, aunque queda en mi chaqueta, pero me quede más que con su olor disimulado. Ya ella no está consigo misma porque habita en mi cuerpo, deseándome y añorando citas por el malecón, volver a Japón para coger en un colegio de noche, y tomar birra en la zona colonial de Santo Domingo. 
Besa así mi inguinal y me tiemblan las piernas cayendo extasiado, adoro como me admiras así tú, deseándome, este es el monólogo de un narcisista, no un perjurio, ni tampoco un hecho que no sea la realidad.

viernes, 10 de junio de 2022

Desde el infierno y con amor: tu villano favorito

 


No me dirijas tu perdón en mi muerte,
alíviate que tu antagonista no existe en tu realidad,
más dedícame compasión para así crucificar mi mantra oscuro,
 transformándote así en mi bendita maldición.

Relámpago aquel que nunca trono,
silencioso y serpentino, nuestro negro deseo 
te veo en la cúspide de tu cielo inerte,
como el rico que observa envidioso al mendigo en el seno de Abraham.

Esa gota de agua que pedía resulto tu vinagre,
parecido a la sonrisa de la ahora villana donde estoy encerrado,
 las llamas de mi infierno ardieron azules con la burla de mi diablo,
hechicera y concubina del negro, Satán.

Bate sus alas mi súcuba favorita,
viólame con tus labios fungidos en miel,
lejos estaré de tus ojos, mas no perdones a tu verdugo,
desde el infierno y con amor: tu villano favorito.





miércoles, 18 de mayo de 2022

Entre una tristeza ajena: el muelle del mas allá

 




No sé si la verdad es una y definitiva,
no sé si tengo derecho alguno de apropiarme de esta tristeza,
un hombre solitario habla consigo mismo y una lágrima resbala por su mejilla,
representante de un sentimiento que rebosa desde mi ahuecado interior.

¿Qué figura es más solitaria que la espalda de un héroe?,
cuando cubre sus heridas e inspira al público con su capa,
el representante de una justicia que nunca se pidió,
o un megalómano que cree que lo necesitan en alguna parte.

Nada va a llenar este hueco que existe en mi pecho,
ninguna caridad acompañada con sonrisas aliviará mi dolor,
ni las palabras fluyen, ni sale el canto de mi boca,
más que alaridos en llanto por lo que el muerto, muerto quedara.

Quedaba tanto que decir y tanto que reprochar,
el diablo habitaba los aires como al igual al aire quedaron esas palabras,
solo podre engañar mi recuerdo y simular  que vuelvo y te hablo,
entre una tristeza ajena y el muelle del más allá.





martes, 10 de mayo de 2022

Simple amor: ella

 



El planeta gira en la punta de su dedo,
la chispa que enciende hasta lo inesperado,
las memorias cobran vida y hasta puedes oler ese recuerdo,
aquella habitación, aquel beso, las andadas de este cuadrúpedo.

Si, les hablo del amor,
aquel hábil y mentiroso matador,
alcohol que entorpece mi sapiencia y camuflajea mi dolor,
aberración de mil pasiones que influye mi derredor.

Tienes muchas formas pero los mismos ojos azules,
le encanta cantar balada y pasearse entre realidades,
pasea entre la niebla, el frío, y otras amenidades,
me provisiona esperanza y se ha convertido en dueña de todos mis lares.

Que nadie me engañe que esta obsesión no es sana,
entre las siembras de cacao ella camina descalza,
entre los campos te acuestas y en el cielo ves su estrella,
que nadie me hable de simple amor, sino de ella.





 


domingo, 1 de mayo de 2022

La aventura sin fin: ciudadanos de los cuentos

 



No hace falta que le siga con la mirada,
aquella a la que admiro de estrellas coronada,
la delicadeza de mi mirada enamorada,
seduciéndome en aleteos y polvo de hada.

Me quedo callado el deseo moribundo,
entre los muertos mi enganche por ti no difundo,
todo un secreto que entierro en mi pecho y lo llevo al inframundo,
en mis retos llevaré el sentimiento de este amor profundo.

¿Y qué ha sido de mi dorada Atenea?,
la sabiduría recurre desde su cadera a la fuerte marea,
desde los vientos a cada palabra y cada línea,
de un frustrado escritor que para amarte se ha dado la tarea.

Caballero soy, aunque esconda mis negras alas,
entre mi perfume y mis brazos se despiertan tus aurículas,
hablo de estaciones aunque mis palabras suenen ridículas,
porque la primavera aflora entre tus piernas.











sábado, 16 de abril de 2022

Cantata en el cementerio: legion

 




Siempre lo recordaré, siempre oiré su voz en lo recóndito de mi conciencia. No soy uno, soy legión, pero cantaré mi discordia y serán testigo de lo triste del mal amor.

Tres décadas y estoy en mi tope, treinta años y aún hago cosas absurdas, un delirante hombre apasionado por el romance, el cliente favorito del amor romántico que surgió en el siglo pasado, que cuando sale de trabajar viene al cementerio a entre los muertos cantar. 
No, no padezco de locura ni me destruyo el amor de una mujer, más, sin embargo, su recuerdo me lleva este lugar para cantar en soledad. Prendo un leño y esbozo una sonrisa a la nada, burlándome de mi mismo si me viera en sus ojos, en nada, cohabitando con la niebla y las tumbas gastadas por los años.

El viento simula en mi cuello las caricias de una difunta, si, de aquella que murió y quedo en el pasado, en una idea sin futuro, en el presente sin acompañantes, la lírica de una sonata sin su amor. El dolor se desparrama y lo desahoga mi canto, complaciendo a los muertos, recipientes involuntarios de mi canción.

No es que se me olviden sus ojos, pero aquellos los vi en la distancia de este gran cementerio, limpio mis ojos con el puño y apago mi tabaco, pensando si acaso esta hierba me puso a alucinar, de seguro me habían engañado.
La neblina estaba formada ya en lugar, pero mis ojos no me engañan y veo la silueta negra de una mujer, sostenía su largo vestido mientras danzaba con la neblina mezclándose con el ambiente. Estaba mayormente cubierta y tenía un velo negro que se podía ver dentro. Su vestido negro era muy largo y fino, mientras caminaba parecía mejor  que se deslizaba con el vestido.

- Te he escuchado cantar, ¿a quién dedicas cierto sentimiento?- dijo la extraña.

El espanto era visible en mi cara, pero su voz me era conocida, por lo que baje mi guardia y conteste:

- A una extraña que esta extraña no conoce, pero tu voz me suena y las dudas me confunden.

La extraña se descubre el velo de su rostro y la maldita juega con mi sanidad llenándome de un dulce amargo, era el rostro de aquella que rompió mi corazón al caer de su balcón, muriendo en mis brazos aquella noche, arruinando mi vida. Me invita con una mano y no pienso bien las probabilidades de que siguiera viva, no me importo pisar su largo vestido negro que la rodeaba, pero igual me abrazo y me invadió su olor. Su olor era el mismo, me recuerda a cuando me venía a visitar a la oficina, con comida en un brazo y toda su buena vibra en el otro, cuando se acercaba a besarme, ese mismo olor me arropaba con bendecido consuelo, y entre sus labios y mi memoria olfativa, nunca me dejaron olvidarla.

Sentí frío en sus brazos, y sin darme tiempo a reaccionar se aprieta más a mí.

- Te he escuchado- volvió a repetir. Sus ojos no tenían el mismo color que antes, no tenían la vida y la fuerza que antes irradiaban, algo no estaba bien.

Siento como mis brazos se hunden en su vestido, intento alejarme, pero mis manos quedaron agarradas fuertemente por una masa dura.

- Te he escuchado- continuo- te he escuchado en boca de otra mujer en este mismo lugar, ahora sus lágrimas se han vuelto de todos, ven, juguetea mis pezones con tu boca, que te brindaré lo que quieras.

Su vestido negro se desintegra enseñando su verdadera forma, horrorizándome al instante por la tremenda trampa en la que estaba metido. El largo vestido era su cuerpo, una masa negra mezclada con la tierra y los cadáveres del cementerio. Había esqueletos y cadáveres en todo tipo de estados de descomposición, todos en uno, incluyendo el cuerpo de mi amada, que me miraba y sonreía inexpresivamente.

Sus senos eran el mismo, pero el resto de su cuerpo estaba formado por pedazos de otros cuerpos, inclusive una de sus orejas.

- Canta para nosotros- decía el monstruo mientras mis manos comenzaban a ser apretadas- tu, por siempre... nosotros cantaras.

La masa iba absorbiendo mi cuerpo, otras manos que formaban parte de la masa negra me iban arrancando la ropa, comencé a gritar.
Mis gritos desgarradores y mis clemencias no paraban al monstruo, sentí como otras manos jugaban con mis genitales, las bocas con mis pezones y otras partes del cuerpo, unas lamían y excitaban, otras me mordían salvajemente mientras la masa me seguía jalando dentro lentamente y rompiéndome los huesos.
Ya dentro de ella, el rostro de mi amada se unió dentro y me beso en la boca, no dejándome respirar mientras era arrollado por el dolor. Todo el dolor y los desgarros seguían sucediendo, hasta que, súbitamente, todo paro, todo quedo en silencio. 

La cantata en el cementerio me ha llevado a la tumba, mi amada duerme conmigo entre esta legión de muertos, somos uno, lo somos todos, y esperamos que tú te unas pronto.



martes, 29 de marzo de 2022

Juguete de las tinieblas: la fabula de la eterna

 




Fue una equivocación del tiempo el pronunciarte,
acabar contigo bajo las sabanas y tenerte quieta,
pasiva, soñando profunda,
suave y expresiva, mi querida amada.

Soñarte despierto mientras la luz de la luna te ilumina,
las estrellas en tus mejillas hechas agua,
blanca sabana que luego me arropa mientras me monta,
una corona de universos en su cabeza mientras la luna detrás brilla.

Yo pretendo no verle cuando pasa delante de mí,
mis ojos siguen su sombra y su forma me abraza,
me envuelve en su aroma como a caramelo y me alaga,
consintiéndome con tierno deseo y sublime canción.

Me visita en sueños y los sueña al lado mío,
la hipnosis de su mirada cuando veo sus iris brillar,
el azul fantasmal que seduce mi alma,
me arrincona en la fábula eterna de la amena inmortal.

Me persigue por los años y me arropa con suave opresión,
transcribe mi alma con su lápiz de calmada dominancia,
vampira mitológica que muerde mi cuello en mi debilidad,
muerde mis labios, muerde mi glúteo, me besa en deseo y me ama sin mi libertad.

Somos juguete de las tinieblas, de eso no hay cuestión,
vivo en sus noches por la eternidad y sus milenios,
la helada de ojos azules no vuela sola en su libertad,
viaja con su otro juguete en esta fábula eterna.

domingo, 13 de marzo de 2022

Yo, yo mismo y mi ego: el demonio del orgullo

 




Calamidad de los mares, príncipe de las tinieblas, mi reputación me precede y los elogios no descansan, el anatema. Soy el insufrible e inalcanzable, la auto-víctima de un acuerdo sin sentido, tu dolor de cabeza por las noches. 
La individualidad es certera cuando el orgullo es tu único aliado, tu fuerte capa laminada que cubre tu vergüenza y te da coraje para avanzar, para perseverar, para luchar, es un sentimiento inocuo que vocifera tus fuerzas con esperanzas de que te entiendan.

Yo, yo mismo y mi ego, la trinidad egoísta de mi alma
lascivia, orgullo y desamor, mi fuego que nunca apaga,
los ingredientes perfectos para el demonio del deseo,
la conspiración por siempre existente entre mi cabeza y el corazón.

No pretendo ser tu superhéroe personal,
prefiero vivir mis experiencias en el mundo con sabiduría y marihuana,
deslizarme por el desierto y que en mi cuerpo recorra la historia milenaria,
de un cuento maravilloso de alguna belleza del pasado.

Adórame porque te amaré en tu odio,
deséame que te miro desde arriba a mis pies,
perfúmame con las rosas y el matiz dulce,
ámame, con las apologías del amor en mi aposento.

Soy el renacido Gilgamesh de Uruk,
cuelgo de mi cruz y no tengo salvación,
burlándome entre las olas en la tempestad,
pues sigo siendo yo, yo mismo y mi ego.














miércoles, 2 de marzo de 2022

Anatomía de un imbécil: disociando la realidad con la fantasía




En el preludio de la corrupción de mi inocencia,
ando entre los callejones y atisbo pasión de amores,
sus piernas se entrelazan y el beso no se apaga,
lo sé porque el suyo no se despega de mis labios.

Mis pintan un lienzo con tu pelo,
aun en mi recuerdo trazo su cuerpo con la delicadez de mis dedos,
la suave nota de su canto en mis oídos,
la fuerte declaración de amor expresado con nuestra pasión.

Yo la he amado entre vasos de cristal,
en la dimensión de la cocina y en cualquier lugar,
en las mañanas al colar un café con los recuerdos,
en las mañanas recibirte con el reflejo del mar.

Canto con un vaso de whiskey y una pistola en la mano,
no para mí sino para la maldita nostalgia,
le disparo a su sombra en la sala y a sus pechos debajo de mí,
a la melancolía de los días y al pasar del venenoso tiempo.

Luego de ser objeto de estudio el resultado fue fatal,
pues había querido ser su héroe y me porte muy mal,
miren que esta es la anatomía de un imbécil,
disociando la realidad con la fantasía.